Jugar con sus hijos desarrolla y aumenta su
capacidad de concentración. Con la llegada de la tecnología puede que,
lamentablemente, a veces no centre toda su atención en esta actividad.
Una investigación llevada adelante por ChenYu y
Linda Smith de la Universidad de Indiana invita a reflexionar sobre la
importancia de jugar con sus hijos,
enfocados en que ambos se entretengan.
Según este estudio, la capacidad de mantener la
atención de forma sostenida (una de las grandes virtudes que tenemos los seres
humanos) puede verse muy favorecida si los padres, se comprometen a guiar a sus
hijos en los juegos, evitando distraerse
con el celular o la televisión.
Los investigadores, que registraron los
movimientos de la mirada de padres y niños, encontraron que si el adulto se
mostraba involucrado en el juego, el niño(a) también lo hacía con mayor
énfasis. Por el contrario, si el padre o madre estaba atento a otra cosa, la
capacidad de atención e interés de los chicos decaía.
El juego es una fuente de gran felicidad para
los niños y, también, para usted. Por esta razón, apagar la televisión o el
teléfono móvil le ayudará a centrarse en esta actividad que es muy positiva
para que los chicos puedan desarrollarse en su máximo potencial.
Padres: no lo duden, jugar crea un escenario de
comprensión y comunicación que potencia el aprendizaje espontáneo del niño. Al
juguetear con sus padres, el niño interacciona y gana en autoestima, se produce
una situación positiva de apego e intercambio de experiencia y le aportan
tranquilidad, potencian las relaciones sociales y les ayudan a explorar,
aprender y refinar sus habilidades.
Un niño que juega aprende a influir en los otros
regularmente, a controlar sus emociones y a reconocer las señales afectivas y
las emociones ajenas, ya que fomenta la imaginación y la creatividad.
Jugando los niños se tornan menos agresivos y
más tolerantes y exitosos en las tareas escolares. Aprenden a regular y a
controlar los sentimientos negativos. Además, a través del juego, los niños nos
cuentan sus preocupaciones e inquietudes y los llegamos a conocer. Y ellos a
nosotros. De este modo, se produce un vínculo de verdadera amistad y relación
familiar.
Padres, no hay excusas, por favor: ¡A jugar!