El inicio del año escolar debe ser una
experiencia motivadora, llena de alegría y entusiasmo, donde toda la comunidad
educativa se involucre y participe para hacer de la apertura de las clases una
celebración única, valiosa y significativa, donde todos y todas se sientan
acogidos(as) y dispuesto(as) a dar lo mejor de sí mismos para lograr un año
escolar exitoso y lleno de nuevos y mejores aprendizajes. Cada inicio se
convierte en una esperanza, cuando todos nos sentimos convocados al compromiso
e interpelados por la motivación de transformar y fortalecer día a día nuestras
prácticas educativas.
Es
por ello que esta semana es una invitación a fortalecer la integración que
propicie la oportunidad de participación de los diferentes actores en el marco
de su roles y funciones, la cooperación como una forma de apoyarse mutuamente, compartir
experiencias y tareas entre los diferentes actores, la convivencia escolar como
pilar para crear un clima favorable, donde se propicie una cultura de paz y se reduzcan los factores de riesgo
que fomentan la violencia, la organización como un componente fundamental al
momento de gestionar procesos y tomar decisiones de equipo en el centro educativo, la comunicación
asertiva, que privilegie el diálogo, el respeto a las opiniones ajenas, que propicie la búsqueda de acuerdos,
la negociación y resolución de los
conflictos del aula y centro educativo, la responsabilidad como uno de los valores fundamentales en el desarrollo
de una labor de compromiso conjunto, y
el sentido de pertenencia, haciendo del centro educativo nuestro segundo hogar y procurando la
integración de cada uno de los actores en las diferentes actividades que se desarrollan y planifican
para el año escolar.
Algunas
sugerencias para Docentes con niños con Trastorno por Déficit de la Atención con Hiperactividad (TDH) :
1. Cree un grupo de apoyo informal en el
que usted pueda apoyarse. El tener niños con un TDAH en el aula puede ser
agotador. Solicite ayuda de los especialistas (del aprendizaje, psicólogos,
médicos). Haga que los padres participen (¿cómo manejan ellos ciertas
situaciones en el hogar?; ¿qué pueden hacer ellos en el hogar para facilitar el
trabajo de usted como maestro?). Haga que otros maestros participen en la
búsqueda de soluciones a problemas específicos: el buscar ayuda no es un signo
de debilidad.
2. Sepa cuáles son sus propios
límites, y acéptelos. Será más fácil para usted mantener su cordura general si
acepta que no hay nada de malo en sentirse airado, cansado, frustrado, o hasta
un poco enloquecido, que si usted piensa que tiene que ser perfecto.
3. Evite las expectativas
injustas. La mayoría de los niños con un TDAH son listos, y debido a que su
conducta, desempeño y rendimiento son incongruentes/inconstantes, con
frecuencia los maestros creen que los problemas del niño son debidos al no
cumplimiento o a la haraganería, expresando esta idea con la siguiente frase
estándar: “Sabíamos que si hacías un mayor esfuerzo podías lograrlo”. Pero esto
no siempre es así. A veces el niño que saca 98 puntos en un día dado no puede,
en otro día, pasar de 65 puntos. “No puede”, NO ES QUE “no quiera“. El mismo
niño que responde a preguntas difíciles puede trabarse con las preguntas
fáciles. ¡Y ellos se sienten tan frustrados como usted!
4. Asegúrese de captar la
atención del niño. El niño no podrá aprender a menos de que preste atención. De
modo que, antes de comenzar una lección o una tarea, establezca contacto visual
con el niño para que así pueda usted tener la seguridad de que esté
concentrado. Con frecuencia, los niños con un TDAH tienen dificultad en
diferenciar el elemento fundamental (el maestro) del fondo (los otros niños que
estén en el aula, ruidos en los pasillos). Utilice con frecuencia el contacto
visual y toque ocasionalmente al niño en el hombro para mantener o reorientar
su atención.
5. Siente al niño cerca de su
escritorio y alejado de las puertas, ventanas, calefacción, y aire
acondicionado.
6. Mantenga cerrada la puerta del
aula, en especial durante las pruebas/exámenes.
7. Minimice las distracciones en
el aula misma.
8. Siente al niño cerca de otro
niño que constituya un buen ejemplo a seguir, tanto por lo que se refiere a las
destrezas relativas a la conducta como a las relativas a la organización.
9. Ayude al niño a mantener su
pupitre despejado. Asegúrese de que tenga disponibles todos los artículos
necesarios (lápices con buena punta, papel, etc.). Si la lección comienza y el
niño sigue buscando su libro, no podrá nunca ponerse a la par del resto de la
clase.
10. Prepare al niño para que
alcance el éxito y no el fracaso. Subdivida las instrucciones en pasos pequeños
y asígnele una tarea por vez. Escoja una meta por vez.
11. Explique todo en forma
directa y en detalle, sea preciso en sus instrucciones. No diga: “Prepárense”,
sino subdivida esa instrucción en diferentes pasos, tales como: “Ahora,
siéntense en el pupitre con los pies en el suelo; miren hacia el frente de la
clase; tengan listos sobre su pupitre el libro de ejercicios y el bolígrafo”. Haga
una pausa entre cada instrucción para darle tiempo al niño a seguir el paso
indicado.
12. Repita las instrucciones.
Escríbalas. Dígalas en voz alta. Repítalas. Entonces, haga que el niño le
repita a usted las instrucciones, manteniendo en todo momento el contacto
visual.
13. Mantenga al niño concentrado
en la tarea y reoriente su atención cada vez que sea necesario, lo cual implica
supervisar al niño con una frecuencia superior a la normal.
14. LOS NIÑOS CON UNA CONDUCTA
DISRUPTIVA Y QUE NO PRESTEN ATENCIÓN NECESITAN DE ESTRUCTURACIÓN. Estos niños
necesitan que el entorno donde se encuentran estructure para ellos externamente
lo que ellos no puedan estructurar a nivel interno. Los niños con un TDAH
funcionan mejor en un aula muy estructurada, con reglas y patrones establecidos
con toda claridad.
15. Haga listas con las reglas a
seguir y colóquelas donde sean visibles. El niño debe entender con toda
claridad qué es lo que se espera. Al establecer y definir los rituales que se
deban seguir en el aula, los muchachos se sienten entonces más cómodos y
dispuestos a correr riesgos a partir de una base segura.
16. Tenga un horario que sea lo
más predecible posible. Colóquelo en un sitio visible y refiérase al mismo con
frecuencia. Si usted va a variar el horario, como lo hacen la mayoría de los
maestros que despiertan el interés de los alumnos, haga muchas advertencias al
respecto. Las transiciones y cambios no anunciados son difíciles para este tipo
de niños.
17. Haga que los niños elaboren
sus propios horarios para después de la escuela, tanto para ayudarles a
aprender el concepto de manejo del tiempo, como para evitar una de las
principales características del TDAH: el posponerlo todo.
18. Establezca límites y
restricciones. Tiene que haber un sistema definido de las conductas aceptables
e inaceptables, junto con las recompensas y las consecuencias (incentivos,
refuerzos). Esto debe ser un elemento para contener y calmar, NO DEBE SER
PUNITIVO. Sea congruente y predecible. (Más adelante se analizan en detalle los
sistemas de recompensas.)
19. Asuma el mando. Aplique las
consecuencias (positivas o negativas) en forma inmediata. Evite los sermones
tipo abogado sobre lo que es justo o no. Los muchachos con un TDAH son notorios
por su capacidad para negociar.
20. Su meta es ayudar a MOLDEAR
la conducta. Usted no puede ser responsable de cambiar la conducta. El niño que
golpea no dejará simplemente de golpear, ya que ése es un acto de reacción e
impulsivo. Trate de alcanzar efectos graduales.
21. Disciplinar significa enseñar,
NO castigar. Los niños con un TDAH son impulsivos, por lo que con frecuencia
hacen cosas que los meten en problemas aun cuando estén tratando de comportarse
bien. Ellos necesitan de su apoyo.
22. ¡NUNCA CULPE AL NIÑO:
CRITIQUE LA CONDUCTA! A pesar de que por lo general, no lo expresan ni
demuestran, los niños con un TDAH ya se sienten suficientemente mal con su
conducta y su carencia de control. A menudo hacen cosas, debido a su
impulsividad, que no tenían pensado o no deseaban hacer. Ellos saben que algo
anda mal y tratan de encubrir esto con falsos alardes. Desde muy temprana edad
ellos comienzan a pensar que no valen nada. Para cuando llegan a la secundaria,
con frecuencia “han crecido y se han adaptado” al papel que se les asignó como
creadores de problemas. Ellos necesitan de su apoyo.
23. En la medida de lo posible,
regañe al niño en privado.
24. Déle al niño la posibilidad
de escoger entre comportarse en la forma correcta o, de continuar comportándose
en forma indebida, enfrentar las consecuencias preestablecidas: no un castigo,
sino consecuencias que se relacionen en forma lógica con la conducta y que se
le hayan explicado con claridad al niño por adelantado. Ejemplos: si el niño
inclina la silla continuamente, se le quitará la silla (“Eres tú quien decide
si prefieres estar de pie durante toda la lección”). Si maltrata un juguete
favorito, se le quitará el mismo al niño de inmediato (colocándolo en el
estante): “Obviamente, tú has decidido no jugar hoy con este juguete, de lo
contrario, no lo habrías maltratado, por lo que eres tú quien decide
guardarlo”.
25. Cuando tenga a un niño que
sea testarudo o que tenga dificultades en decidirse, déle dos opciones que sean
ambas aceptables para usted. “¿Prefieres guardar primero los bloques de madera
o los rompecabezas?”. El niño llega a sentirse orgulloso de ser él quien tome
la decisión, en vez de que se le diga qué hacer, pero al mismo tiempo, usted ha
dejado claramente sentado qué es lo que tiene que hacerse.
26. Explique la consecuencia de
una opción dada, para que así la conducta final sea una decisión del niño: “Tus
empujones nos están molestando tanto a mí como a los demás niños. Puedes o bien
jugar con delicadeza o sino salirte del juego. ERES TÚ QUIEN DEBE DECIDIR”.
Esto evita que el maestro sea siempre quien determine las tareas a realizar y
quien imponga la disciplina, colocando la responsabilidad de una conducta
aceptable en las manos del niño.
27. Presente las alternativas en
una forma positiva. En vez de decir: “Si no te tranquilizas tendrás que ir a la
oficina del director”, intente lo siguiente: “Si te tranquilizas tendremos
tiempo para …”.
28. Actúe con rapidez al aplicar
una consecuencia, en especial con los niños de menor edad, para que así el
castigo quede vinculado con una actividad específica.
29. Trate de ser específico al
definir la conducta. NO DIGA: “Pórtate bien”, sino diga: “No empujes”; “Deja de
dar golpes con el libro”; etc.
30. Relacione la crítica con la
acción, NO CON EL NIÑO. En vez de decir: “Tú estás creando verdaderos problemas
en la clase”, diga más bien: “Tu conducta (siendo específico de ser posible)
está molestando a los otros niños y hace difícil que yo pueda dictar las
clases”. Se trata de una diferencia sutil, pero en el primer caso, usted está
condenando al niño; en el segundo caso, está condenando a la actividad. Esto
deja al niño en libertad de mejorar, mientras que en la otra forma, se le hace
sentir que no vale nada.
31. Nunca le diga al niño que es
bueno o malo, sino refiérase a la conducta (no aceptable). Evite las
acusaciones que hagan que el niño sienta que no es bueno, que no vale nada como
persona, y que hagan que levante sus defensas: “Yo me siento mal cuando tú no
comienzas a trabajar para responder las preguntas”, en vez de “Tú no estás
haciendo un esfuerzo”.
32. Concéntrese en las acciones y
no en las motivaciones. Diga: “Es hora de empezar tu trabajo”. NO: “Deja de ser
tan perezoso”.
33. No alabe con una mano y
critique con la otra. Aun cuando su intención sea buena, no es positivo decirle
al niño: “Hoy no has hecho nada malo”. Diga más bien: “Me sentí muy contento
por la forma en la que levantaste la mano en vez de interrumpir la clase”.
34. Aproveche un período de
enfriamiento. Cuando usted vea que el niño ha perdido el control, no confronte
el problema, sino acérquese a él en forma calmada y dígale que se tome un
tiempo para tranquilizarse y que cuando esté listo, se vuelva a unir al grupo.
Usted tiene que vigilar al niño con el fin de ayudar a evitar las conductas
negativas por medio de una intervención temprana, para aclarar las reglas, y
para asegurarse que el niño experimente consecuencias predeterminadas y
claramente definidas.
35. Seleccione los problemas.
Evite una confrontación ante todos y cada uno de los errores. Haga caso omiso
de las conductas disruptivas de menor importancia y refuerce los esfuerzos que
hagan los otros niños por no prestarle atención a la mala conducta del niño con
un TDAH (lo cual es un refuerzo, aún cuando negativo, para el niño en
cuestión).
36. Nunca se enfrente al niño ni
exija una respuesta cuando él está fuera de control o su lenguaje corporal está
diciendo “NO”. Déle 10 minutos de tiempo para tranquilizarse y verá que se
producirán CAMBIOS FÍSICOS. Entonces, usted podrá conversar sobre lo sucedido
desde la perspectiva de sentirse preocupado y de desear trabajar con el niño
para evitar que se repita la conducta en cuestión. Haga que el niño se sienta
bien respecto a sí mismo; hágale saber que usted está seguro que él lo puede
lograr, pero que además usted comprende que para él es sumamente difícil y que
por lo tanto, será un logro muy importante.
37. Cuando la conducta del niño
sea realmente disruptiva, la pausa para tranquilizarse no funcione, y la
conducta del niño esté afectando a toda la clase, podría ser aconsejable llamar
a una figura de autoridad. NUNCA deje al niño solo, pero a veces puede ser
necesario sacarlo de la clase. En vez de hacer que el niño se siente sin hacer
nada, usted o un administrador pueden ofrecerle papel y lápiz, y darle una
oportunidad para que resuelva y dilucide sus sentimientos. (De esta forma, no
está simplemente sentado y aburrido, pero al mismo tiempo, no se le está dando
una recompensa.) En el caso de niños de menor edad, si el administrador escribe
el nombre del niño en un libro que tenga apariencia de ser algo “oficial”, el
niño se preocupará lo suficiente como para poner fin a la conducta
problemática.
38. Cada persona tiene un estilo
diferente, pero cuando el niño esté excitado o angustiado, es necesaria la
calma y la predictibilidad por parte del maestro: una estructura de la que el
niño pueda depender cuando pierda el control, un ejemplo o modelo que pueda
tratar de imitar.
39. Los niños tratarán de someter a prueba
los límites del maestro. Trate de ser congruente, evite la ira o el rechazo (la
ira puede ser vista como un refuerzo negativo para una conducta inaceptable).
- Antes de empezar las clases. Al momento de prepararse para
el inicio, lo más importante que pueden hacer los padres es ayudar a sus
hijos a organizarse. No solamente comprándoles los útiles, sino poniendo
juntos los nombres a las cosas, preparando la mochila y -lo más
fundamental- adecuando el espacio para trabajar y hacer las tareas en la
casa. Ayuda a tu hijo a pensar en una rutina de tareas para todo el año y
a definir un horario diario en el cual estudiar o repasar lo aprendido.
- Apoyar en las tareas. Los niños necesitan saber que
sus padres consideran que las tareas escolares son importantes. Si saben
que sus padres se interesan por sus deberes, se sentirán más motivados para
cumplirlos y entregarlos a tiempo. Ayuda a tu hijo a asumir la
responsabilidad de las tareas escolares.
- Mantenerse informado. Conocer los objetivos y
principales contenidos del año escolar que se inicia permite a las
familias apoyar a los niños en su aprendizaje. Averigua qué deberá
aprender tu hijo durante este año y asegúrate de que estos objetivos se
vayan cumpliendo. Realiza actividades en el hogar para reforzar los
aprendizajes esperados.
- Estimular sus esfuerzos. Alentar a los hijos por los
esfuerzos que realizan durante el año y no concentrarse sólo en castigarles por los malos resultados. Motivar y estimular, además de
acompañar en los momentos en que las cosas parecen difíciles, valorando
especialmente los esfuerzos, ayudará al niño a sentirse más seguro y por
tanto a tener una mejor autoestima.
- Mantenerse comunicado con la escuela. Es importante conocer a las
personas que están involucradas en la educación de sus hijos, asistir a
las reuniones convocadas por la escuela y mantenerse en contacto con el
profesor jefe durante todo el año. La escuela ofrece múltiples espacios
para que los padres colaboren en el aprendizaje de sus hijos. ¡Conócelos y
participa!
- Considérate un aliado del profesor. Tanto la familia como el profesor quieren que su hijo tenga éxito en su aprendizaje. Si los padres no valoran a los profesores, le están dando un señal a sus hijos de que es posible no respetar a su profesor y dejará de preocuparse por su aprendizaje. Si el niño presenta algún problema, aprovecha la entrevista con el profesor para plantear en conjunto metas reales para el aprendizaje de tu hijo.
La seguridad emocional y la estabilidad son las bases para la motivación de los niños y ayudan a que estén mejor predispuestos a aprender Los padres deben mostrar a sus hijos interés por lo que hacen en la escuela, pasar más tiempo con ellos, conversando y leyendo juntos. Tu interés, apoyo y amor son fundamentales para su aprendizaje.