La enseñanza de la lectura y la escritura en la escuela... ¿Cuál es el medio más eficaz para la enseñanza?
Los procesos de la adquisición de la lengua
escrita y de la lectura son muy complejos, y es de suma importancia que tanto
docentes como padres de familia estén conscientes de la forma en que estos
conocimientos se van construyendo y conozcan en qué etapa se encuentra un niño
para saber cómo ayudarlo para que logre completarlo.
Por tal motivo
se han utilizado diferentes métodos y estrategias en la enseñanza de la lectura
y escritura; existen diferentes criterios para organizar los métodos para la
enseñanza de la lectura. Según uno de esos criterios, existen dos bloques: métodos
que comienzan con el aprendizaje de unidades no significativas y métodos que
inician el aprendizaje empleando unidades significativas. En el primero se
encuentran los alfabéticos y los silábicos; en el segundo, los que parten de
palabras, frases u oraciones. En este cuadro caben todos los que existen, que
deben contarse por decenas.
MÉTODOS QUE PARTEN DE UNIDADES NO SIGNIFICATIVAS
Los métodos alfabéticos
Los primeros
métodos empleados para la enseñanza de la lectura en el mundo occidental comenzaban
por presentar las letras del alfabeto, que son unidades no significativas. Lo
primero que aprende trabajosamente el estudiante son los nombres de las letras;
después, sobre esa base, decodifica palabras y puede leer frases y oraciones.
Así enseñaban los griegos y los romanos del mundo antiguo, así enseñaban los
preceptores en las escuelas parroquiales de los tiempos modernos y así se sigue
enseñando incluso en nuestros días. De
esas épocas proviene aquel precepto sombrío, “La letra entra con sangre”, que
denuncia lo penoso del sistema para el niño aprendiz. En épocas recientes se
emplearon varios recursos inventados para hacer menos dura la iniciación de la
lectura pero a la postre inútiles: letras en relieve, cartillas ilustradas,
cancioneros, dominós y otros. Una variante moderna -aunque en el fondo también
alfabética- está constituida por los procedimientos fónicos, que no recurren a
los nombres de las letras sino a lo que se cree son los sonidos
correspondientes a las grafías.
Estas
prácticas se mantuvieron por costumbre pero no llegaron a tener un sustento
teórico. No hay investigadores que las respalden desde sus disciplinas; por el
contrario, son formas severamente criticadas por los expertos en metodología de
la lectura.
Los métodos silábicos
Al cabo de
muchos siglos aparecieron propuestas distintas de las alfabéticas. En el siglo
XIX, especialmente en América Latina, surgen los métodos silábicos. Se enseña a
los niños un cierto repertorio silábico; cuando lo dominan, pasan a leer
palabras conformadas por las sílabas que conocen y luego siguen con frases y
oraciones. El gran maestro argentino Domingo Faustino Sarmiento difundió un
método silábico basado en “cantinelas”, que eran recursos nemotécnicos para que
los niños pudieran aprender mejor ciertos repertorios silábicos. Una de ellas,
por ejemplo, era esta: “da fe li mo nu // fe li mo nu da // li mo nu da fe //mo
nu da fe li…”. Entre nosotros fue empleado
hasta mediados del siglo pasado un método basado en la siguiente
secuencia: “a ma sa pa la ra ta”, que daba lugar a palabras como “masa”, “mamá”
y permitía llegar a oraciones como “la mamá amasa la masa”. Luego, la secuencia
variaba como “e me se pe le re te”, “i mi si pi li ri ti”, etc., en el orden de
las vocales. No se necesita de más ejemplos para mostrar cómo eran los
procedimientos silábicos, que parten de unidades no significativas aunque con
existencia más concreta para los niños, puesto que las sílabas son fácilmente
percibidas por el oído. Esa facilidad hace posible un cierto éxito en el
aprendizaje, aunque los textos construidos con los repertorios silábicos que va
conociendo el niño son insulsos y poco favorables para la comprensión. Ejemplos
de estos textos son “mi mamá me mima”, “ese oso se asoma” o “mi papá toma té y
mi tío toma mate”, con los cuales difícilmente se consigue una lectura
verdadera, plena de contenido.
MÉTODOS QUE PARTEN DE UNIDADES SIGNIFICATIVAS
Después de la
invención de la imprenta, cuando en Europa se extendía la difusión de material
impreso, hubo una mayor preocupación por el aprendizaje de la lectura desde la
niñez. Ya en el siglo XVII, el gran pedagogo checo Jan Amos Komenský –a
quien conocemos con el apellido latinizado, Comenio- publicó el libro para
niños titulado Orbis sensualis pictus
(1658), El mundo visible en imágenes, destinado en principio al aprendizaje del
latín mediante la lectura de palabras. Mostrando imágenes con palabras
adjuntas, ese libro es el precursor de los procedimientos basados en unidades
significativas: en este caso, basados en palabras. En efecto, una palabra es
portadora de un significado. Su imagen visual, su imagen fónica y su
significado pasan como una unidad a la memoria, que guarda todo ello en lo que
se denomina el “vocabulario visual” de la persona, que es uno de los
instrumentos imprescindibles para la el avance en la lectura.
En el siglo
XVIII, varios autores postulan formas diferentes para el aprendizaje de la
lectura, explícitamente distintas de las alfabéticas empleadas hasta
entonces. En el siglo XIV ya es notoria
la aparición más o menos simultánea la aparición de procedimientos innovadores,
unos basados en palabras y otros basados en oraciones.
Los métodos basados en palabras
Algunos
métodos comienzan trabajando con palabras. Cuando los niños conocen visualmente
un cierto número de palabras, se pasa a identificar letras que les son comunes,
que sirven posteriormente como indicio para que los niños identifiquen otras
palabras, no siempre presentadas por el libro o el maestro. Al mismo tiempo, se
comienza con la lectura de frases y oraciones. Este procedimiento fue (es) muy
aplicado en los países de habla inglesa, donde la lengua hace imposible el
trabajo con sílabas. Así, por ejemplo, con la serie de palabras “ball”,
“basquet”, “bee”, “boat, “boot”, que se prestan para ir acompañadas de
ilustraciones, resulta fácil descubrir la presencia de /b/ y su representación.
Un libro que
tuvo gran éxito de ventas fue el de Glenn J. Doman, que los padres ansiosos
pueden encontrar incluso en los supermercados limeños. En este libro, Cómo
enseñar a leer a su bebé (Bs. As., Ed. Libros Tauro), su autor recomienda presentar diariamente a
los niños un cierto número de tarjetas con palabras, mostrándolas junto con
objetos del hogar, para que el niño vaya asociando la palabra que ve con el
objeto cuyo nombre escucha. Para basar su método, Doman recogió la experiencia
de Tommy, un niño con daño cerebral que pudo aprender con este procedimiento.
Este caso tiene un antecedente: la experiencia del sicólogo Jean Marc Itard con
Víctor, el niño lobo encontrado a comienzos del siglo XIX en el bosque de
Aveyron (Francia), que alcanzó a leer palabras aunque nunca pudo comunicarse
verbalmente con los demás. En castellano ha habido también experiencias de
inicio con palabras. Libros como “Nené” y “UPA”, argentinos, están cercanos al
procedimiento. En nuestro país lo están los libros para niños de Nicanor Rivera
Cáceres y de Felipe Maestro, Hermano de La Salle. Entre los materiales que
siguen esta línea, hay una enorme variedad y también diversidad de calidades.
Desde un punto de vista técnico, ésta es una buena alternativa para los países
de habla inglesa pero no necesariamente la mejor para los lugares donde se
habla el castellano, pues el paso de la palabra a la grafía prescinde de un
recurso importante, el manejo de las sílabas, enteramente factible en la lengua
que hablamos.
Los métodos basados en oraciones:
Como los
métodos que parten de palabras, los métodos que se inician con oraciones tienen
ya larga data. Además, están seriamente respaldados por la investigación. Ovide
Decroly – que no es el único pero sí el más conocido entre nosotros-
proporcionó a comienzos del siglo pasado sólidos fundamentos para los métodos
globales, entre los cuales se hallan los métodos de base oracional. Los métodos
de base oracional comienzan con oraciones a partir de las cuales se trabaja con
las frases que las constituyen, en un sentido que fortalece el vocabulario visual,
el manejo de la gramática y la lectura como un proceso de comprensión. A partir
de allí se llega a las palabras y a las sílabas para volver al trabajo con
nuevas oraciones, nuevas porque esta vez están conformadas por palabras y
frases también nuevas. En los métodos de base oracional no hay manera de
trabajar sin acudir al contenido de las oraciones. En ellos es imperativo que
los niños comprendan plenamente lo que leen. Así, la lectura cabal es trabajada
desde el primer momento. Esa es su riqueza.
El vocabulario visual
El vocabulario
visual de una persona está conformado por las palabras que puede reconocer
apenas las percibe con la vista y sin recurrir al análisis de sus partes.
Muchos niños de pocos años reconocen su nombre escrito en las etiquetas de sus
cuadernos y otras palabras de su entorno seguramente muy significativas para
ellos. No leen aun, pero las reconocen por algún rasgo distintivo. Esas pocas
palabras constituyen ya su pequeñito vocabulario visual. Después, a los largo
del primer grado ese vocabulario se incrementará hasta ser suficiente para que
puedan leer “de corrido”, sin vacilaciones, textos acordes con sus
posibilidades. En el transcurso de los años
será cada vez más amplio y aun con especializaciones. Las palabras del
vocabulario visual permanecen guardadas en la memoria, no solo con su forma gráfica
sino con su sonido, su pronunciación,
sus significados y hasta su función gramatical.
Como el
vocabulario visual de los niños es todavía reducido, durante la lectura ellos
encuentran infinidad de palabras que ven por primera vez, y por lo tanto no las
reconocen. No obstante que las emplean en los actos orales (hablar, escuchar),
cuando las ven escritas son novedosas. Entonces, para vencer el escollo tienen
que poner en marcha una capacidad adquirida por procesos de enseñanza y
aprendizaje: la capacidad para decodificar signos lingüísticos escritos. Ellos
tienen que traducir a voz lo que ven escrito, para lo cual necesitan conocer el
código correspondiente. Examinan la palabra, la decodifican, y de pronto la
“audición” del sonido que producen ilumina su significado. Entonces, la palabra
comienza a ser conocida. Y si después la encuentran en otros contextos, esa
palabra ingresa a su vocabulario visual.
Cuando
aplicamos nuevos métodos y estrategias los
docentes entendemos que nuestro trabajo con los niños parte del principio de
que leer no es pronunciar o descifrar las letras, sino comprender; y que
escribir no es copiar mecánicamente, sino plasmar el pensamiento a través de
diferentes medios gráficos, principalmente el lenguaje escrito.
En los primeros años del subsistema
de educación primaria los niños y
niñas deben:
Reconocer y manipular los sonidos de su lengua
Reconocer letras sus nombres y sonidos
Unir
las letras para leer y escribir palabras
Usar su
conocimiento del significado de las palabras para entender el mensaje
Logrando así desarrollar las características de un lector establecido:
Sabe por qué y para qué lee
Aplica estrategias en todas las materias
Genera hipótesis a partir de sus conocimientos
previos y los verifica durante la lectura
Aplica conscientemente estrategias cognitivas
que facilitan la comprensión lectora
Analiza y evalúa lo que ha leído, y usa la
lectura para aprender
Por lo tanto es necesario desarrollar
una conciencia fonológica:
La conciencia que el lenguaje
oral está compuesto de sonidos que se pueden manipular.
Necesita oportunidades de jugar con el
lenguaje
Para desarrollar niveles de conciencia fonológica se
puede implementar:
• Rimas
• Aliteración
• Segmentación de oraciones
• Unir sílabas
• Contar sílabas
• Unir y segmentar fonemas
• Manipular fonemas
El primer paso en la transición del lenguaje oral al escrito es:
Reconocer que lo que se dice se puede escribir
y lo escrito se puede leer.
A continuación les suministro una
serie de presentaciones y la Propuesta Nacional: “Leo y Escribo” que fue parte de la Jornada de Formación Docente 2013 del Municipio Zamora. Guatire. Edo. Miranda. Que tiene relación con el artículo publicado en el blog:
Fotos de la Jornada de Formación Municipal del Municipio Zamora, Colectivo de Formación Permanente e Investigación.
Propuesta Nacional "Leo y Escribo"
El Colectivo de Formación en sus Actividades
Análisis y Discusión de los temas
Desarrollando estrategias para la propuesta nacional