¿Cuáles son los riesgos laborales que existen en la profesión docente?, ¿Qué es el efecto Burnout en los docentes?
Muchas personas en la actualidad
subestiman el ejercicio de la profesión docente, ignorando que en las
actividades diarias el trabajo docente se relaciona con actividades de alta
exigencia cognitiva y carga física fundamentalmente de carácter estático por
esfuerzos posturales y exigencia de esfuerzo vocal durante el desarrollo
presencial de clases, relación con estudiantes, atención sostenida y esfuerzo
de complejidad versus rapidez.
El concepto de “Burnout” fue acuñado por Freudenberger en 1974. Con
posterioridad Maslach y Pines (1977) lo dieron a conocer y, desde entonces,
dicho término se utiliza para referirse al desgaste profesional que sufren los
trabajadores de los servicios humanos (educación, salud, administración
pública, etc.), debido a unas condiciones de trabajo que tienen fuertes
demandas sociales.
El estrés, puede surgir cuando un individuo está sometido a fuertes
demandas conductuales que le resultan difícil llevar a cabo. La respuesta del
organismo al estrés se produce de manera inmediata, el organismo se activa y
vuelve a equilibrarse una vez superada la situación, pero se va desgastando si
se repite con excesiva frecuencia. Sin embargo, el efecto “burnout” se origina
cuando los profesionales sobrepasan su capacidad de reacción de una forma
adaptativa. Su consecuencia inmediata se presenta en síntomas de agotamiento,
fatiga, desgaste psicológico, con severas pérdidas de energía que causan un
descenso de cantidad y calidad de rendimiento, en definitiva, una sensación de
no poder transmitir más de sí mismo a los demás, que deriva en frustración,
fracaso y actitudes negativas no sólo ante el trabajo sino también ante la vida
y hacia otras personas.
Después de la gripe el segundo proceso más numeroso ha sido la
depresión. En su opinión, "los docentes, generalmente, no saben
desconectar y evadirse de los conflictos laborales en su vida de ocio y en su
relación con amigos y familiares".
Síntomas, causas y consecuencias:
El profesional de la enseñanza
percibe y padece esta situación a través de los propios síntomas de estrés, que
la mayoría de las veces sí son semejantes a los
de “burnout”, y ambos desembocan en un absentismo intermitente e, incluso, en
enfermedades laborales.
Enfermedad que puede venir acompañada de
fuerte irritabilidad, insomnio, vómitos, inestabilidad emocional, arritmias
cardiacas, tensión nerviosa, preocupaciones excesivas, falta de energías...
Por otra parte, son varias las causas que
originan el estrés entre los docentes y, de paso, abren el camino sin retorno hacia
el efecto “burnout”. Los doctores Maslach y J. Jackson destacan:
- La falta y premura de tiempo
para terminar el trabajo relacionado con las clases (preparación de las mismas,
corrección de exámenes, programación de actividades, etc.)
- Las altas ratios que padecen
las clases
- La falta de disciplina por
parte de los alumnos, con reiteradas faltas de respeto hacia los profesores.
- La mala organización que
padecen algunos centros.
- La excesiva burocracia a la que
se ven sometidos los docentes por parte de la Administración.
- Las respuestas y soluciones
ineficaces dadas en el entorno educativo.
- El excesivo número de horas
lectivas que soportan algunos profesionales a lo largo de la jornada escolar.
- La falta de apoyo.
- La baja consideración social
que actualmente la profesión de la enseñanza.
El estrés y el efecto “burnout” inciden, especialmente, en aquellos
profesionales que mantienen un contacto directo y permanente con las personas
que son beneficiarias del propio trabajo, en concreto docentes, personal
sanitario, servicios sociales...
Las consecuencias del desgaste profesional de
los docentes constituyen las siguientes manifestaciones clínicas :
- Consecuencias psicosomáticas:
fatiga, dolores de cabeza, trastornos del sueño, trastornos gastrointestinales,
hipertensión, dolores musculares y desórdenes menstruales.
- Manifestaciones emocionales: el
profesor Jesús de la Gándara destaca "...el distanciamiento afectivo, la
impaciencia y la irritabilidad, los recelos de llegar a convertirse en una
persona poco estimada y que pueden degenerar en desconfianza y actitudes
defensivas".
- Consecuencias conductuales:
absentismo laboral, aumento de la conducta violenta y de los comportamientos de
alto riesgo (juegos de azar peligrosos, conductas suicidas, abuso de fármacos y
alcohol), conflictos familiares y matrimoniales.
- La actitud defensiva se
manifiesta en la incapacidad de estos individuos para aceptar sus sentimientos.
La negación de sus emociones es un mecanismo con el que el sujeto trata de
defenderse contra una realidad que le es desagradable.
En general, de acuerdo con
Maslach se acepta que las dimensiones que contribuyen a delimitar dicho
síndrome son:
- El cansancio emocional (CE): Se
caracteriza por la pérdida progresiva de energía, el desgaste, el agotamiento,
la fatiga, etc.
- La despersonalización (DP): Se
deriva del "tedioso e insistente contacto diario con la fuente del
conflicto, unido al esfuerzo desarrollado para vencerlo, sin recibir recompensa
alguna.Todo esto desarrolla un sentimiento de distanciamiento o
despersonalización con respecto a los alumnos por el que poco les importa ya
que aprendan o no, que estén interesados o no".
Se manifiesta por irritabilidad, actitudes negativas y respuestas frías
e impersonales hacia las personas, en este caso, hacia compañeros, alumnado…
- La falta de realización
personal (RP): con respuestas negativas hacia sí mismo y el trabajo. En el
ambiente laboral, cuando la Administración, el equipo directivo, la Inspección,
etc. no favorecen el necesario ajuste entre los docentes y los objetivos a
conseguir, aparecen aspectos tales como falta de energías, descenso en el
interés por los alumnos, percepción de éstos como frustrantes y desmotivados,
alto absentismo y deseo de abandonar la profesión. Como consecuencia de este
proceso se produce un descenso de la calidad de la enseñanza, que no es más que
la expresión de una pérdida de ilusiones. Este panorama difícilmente puede
remitir por sí sólo si no se introducen cambios en el contexto laboral.
Prevención frente a estas situaciones:
Como bien dice el proverbio popular: “ Más vale prevenir que curar”.
Para combatir el estrés y no dar pié a la espiral del efecto “burnout”,
los profesores han de superar un grave hándicap: "...vencer su propia
emoción negativa relacionada con la impotencia de la solución deseada...",
es decir, vencer su propio desánimo y desesperanza.
Algunos especialistas en esta materia sostienen, como medidas efectivas
para vencer el estrés, controlar y conocer las emociones y los sentimientos
propios, así como desarrollar una actitud de preocupación despegada (dedicación
sin absorción total).
Otras medidas que señalan son:
- Realzar y fortalecer la
consideración social de los compañeros y colegas de profesión para no sentirse
aislado, así como la valoración positiva de los superiores, tales como
inspectores, directores, etc.
- Realizar ejercicio físico
adecuado y posible ya que, además de la mejora del riego sanguíneo, un cuerpo
saludable resiste mejor el estrés.
Sería conveniente trabajar:
- Desde la Prevención,
estableciendo un plan preventivo y eficaz, realizando reconocimientos médicos
periódicos, bien por detección sintomática de cualquier anomalía, o bien,
cuando los solicite el personal docente.
- Considerando enfermedades
profesionales el estrés y el “burn-out”, estableciendo para su curación
tratamientos adecuados por médicos especialistas e introduciendo unidades de
medicina paliativa en hospitales.
En algunos países de la UE, como Francia, llevan años introduciendo
estos métodos y tratando este problema con la consideración que se merece. Los
resultados son altamente satisfactorios entre los profesores.
En este sentido, considerando el estrés y el “burnout” como enfermedades
profesionales, la Administración educativa debería regular los puestos de
trabajo no docentes para que puedan ser ocupados por estos profesionales cuando
así lo recomiende la inspección médica.
Finalmente, y si la situación así lo demandase, sería conveniente la
regulación de un procedimiento por vía urgente de jubilación por incapacidad,
no sólo debido a estas enfermedades sino por otra causa cualquiera.
El experto José Manuel Esteve Zaragoza, catedrático de la Universidad de
Málaga, ha insistido constantemente en la necesidad de establecer fuertes
medidas preventivas para atajar el problema. De hecho, él mismo ha desarrollado
en su universidad un Programa de inoculación de estrés, con el que se prepara a
los futuros docentes para hacer frente a las situaciones conflictivas que habrá
de encontrarse a lo largo de su vida profesional y que son potenciales
detonantes de enfermedades mentales.
Enfermedades de la voz:
Las enfermedades otorrinolaringológicas son la tercera causa de las
bajas laborales de los profesionales de la educación.
La voz constituye el instrumento de trabajo y de comunicación
imprescindible del profesorado. El uso continuado y su abuso obligado suponen
un riesgo laboral importante. Así, la afonía se convierte en una dolencia
frecuente entre un profesorado obligado a elevar continuamente la voz por
encima del murmullo (o griterío de las aulas). La agresión a la laringe
desemboca, muy a menudo, en lesiones como los nódulos o los pólipos, que pueden
precisar de intervención quirúrgica y reeducación de la voz para llegar a la
recuperación del paciente.
Los facultativos señalan que para frenar el deterioro del aparato
foniátrico es necesario recibir una adecuada formación sobre el uso y
proyección de la voz, prescindir del tabaco y bebidas alcohólicas, beber agua
con frecuencia y procurar establecer un grado de temperatura y humedad
ambiental adecuados, no forzar la voz... Siendo todo esto cierto, tales
consideraciones soslayan el carácter de riesgo laboral que tienen estas
enfermedades para los docentes.
Algunos signos y síntomas de alteraciones de la voz, incluyen:
- Ronquera.
- Desaliento.
- Fatiga vocal.
- Reducción del rango de fonación.
- Cambios del tono de la voz.
- Pérdida del control vocal.
- Voz temblorosa.
- Tos o carraspeo constante.
- Pérdida recurrente de la voz.
Se insiste en que estas
dolencias sean incluidas en el catálogo de enfermedades profesionales ya que
sólo de esa forma puede ser reparado el daño que el trabajo provoca en la
salud, pero también se puede posibilitar una verdadera labor preventiva
mediante:
- Cuidado de la acústica en las
nuevas construcciones.
- Control de temperatura y
humedad de las aulas.
- Formación del personal en el
uso y cuidado de la voz.
Enfermedades óseo-musculares:
Algunos neurólogos y traumatólogos hablan ya de la "enfermedad de
la civilización". El dolor de espalda se convierte en el problema que más
prevalece en las sociedades industrializadas.
Todos sabemos que la columna vertebral es el eje central del cuerpo
humano. Los profesionales de la enseñanza también estamos sujetos a estas leyes
de la columna vertebral y bajo sus efectos engrosamos las estadísticas
anteriormente mencionadas. No es cierto, aunque contradiga la opinión popular,
que las lumbalgias o lumbagos se produzcan por grandes esfuerzos. Según el
Doctor Hernán Silván, la mayoría de ellos "...son producidos a
consecuencia de defectuosas actitudes posturales o esfuerzos mínimos en mala
posición para la columna o raquis..."
Otra gran parte de las molestias de la espalda están producidas por
problemas mecánicos degenerativos leves, como la artrosis. Estos dolores
también pueden estar causados por enfermedades del sistema nervioso, por
traumatismos (como fracturas o esguinces) o por procesos metabólicos y de
descalcificación. Igualmente, pueden estar en su origen las enfermedades
inflamatorias de las articulaciones de la columna.
No menos importantes es la exposición permanente y diaria que sufren los
docentes al tener que realizar esfuerzos psíquicos mantenidos, que desembocan
en estados de ansiedad y estrés y en trastornos psicosomáticos, que conllevan a
la contracción permanente de la musculatura, y cuya consecuencia es la
degeneración y deformación progresiva de las zonas cervical y lumbar.
En definitiva, teniendo en cuenta la definición más conocida de la salud
establecida por la Organización Mundial de la Salud (OMS): "La salud es el
estado completo de bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia
de enfermedades". Esto implica no sólo verse libre de dolores o
enfermedades sino también la libertad de desarrollar y mantener las capacidades
funcionales físicas, psíquicas y sociales.
La docencia tiene aspectos propios de riesgos para la salud que la
identifican como una profesión exigente por la responsabilidad y dedicación que
exige, sobre todo los concernientes a las relaciones interpersonales que se
establecen entre los distintos grupos de referencia que interactúan en un
centro docente como el alumnado, padres y compañeros de trabajo.
La mejor estrategia en la mejora de la salud laboral de los docentes es
a través de la Prevención de Riesgos Laborales. La prevención significa
anticiparse y actuar antes de que se produzcan unas consecuencias negativas con
el fin de impedirlo o para evitar sus efectos.
Es de vital importancia efectuar una evaluación de riesgos como primer
paso de la actividad preventiva, que debería basarse en aquellos aspectos
generales que han mostrado una estrecha relación con el estado de salud del
profesorado, adaptarlos a la realidad de los docentes y añadir algunas
dimensiones específicas como las exigencias derivadas del trato con alumnos
desmotivados, indisciplinados o grupos de gran diversidad.
La profesión docente es un apostolado, digno de respeto y de ser reivindicado, estamos al servicio; pero necesitamos un sector salud que atienda las necesidades preventivas y se ajuste a nuestras necesidades reales.
A continuación se deja el siguiente material con información preventiva sobre los cuidados de la voz y otro material sobre los problemas médicos comunes en la profesión docente para su reflexión y atención.