DÍA DE LA RESISTENCIA INDÍGENA
La
festividad originalmente conmemoraba el descubrimiento de América por parte de
Cristóbal Colón, y fue declarada durante el gobierno de Juan Vicente Gómez como
festividad nacional bajo la denominación de "Día de la Raza”. Pero este
hecho no era del agrado de algunos políticos y pensadores, que consideraban que la festividad exaltaba el colonialismo en
detrimento de la cultura y valores de los indígenas Amerindios.
En
el año 2002, Hugo Chávez, emitió el decreto presidencial Nº 2028, publicado en
la Gaceta Oficial extraordinaria Nº 5615, del 10 de octubre de ese año, en el
que a partir de entonces pasaría a conmemorarse el Día de la Resistencia
Indígena. Una fecha en la que América recuerda el inicio de la lucha de los
pueblos originarios contra la invasión europea, de la mano de Cristóbal Colón,
que dio inicio a las masacres, saqueos y transculturización.
El
Capítulo VIII de la Constitución lleva por título: De los Derechos de los
Pueblos Indígenas. El artículo 119 del texto reza: “El Estado reconocerá la
existencia de los pueblos y comunidades indígenas, su organización social,
política y económica, sus culturas, usos y costumbres, idiomas y religiones,
así como su hábitat y derechos originarios sobre las tierras que ancestral y
tradicionalmente ocupan y que son necesarias para desarrollar y garantizar sus
formas de vida. Corresponderá al Ejecutivo Nacional, con la participación de
los pueblos indígenas, demarcar y garantizar el derecho a la propiedad
colectiva de sus tierras, las cuales serán inalienables, imprescriptibles,
inembargables e intransferibles”.
Este
año se llevó a cabo la 1ª Conferencia Mundial sobre los Pueblos Indígenas en la
sede de la ONU en Nueva York.
Como
resultado, el pasado 22 de septiembre, la 69ª Asamblea General de la ONU aprobó
la resolución sobre protección de derechos de los pueblos indígenas, que
establece: reafirmar el compromiso con la Declaración de Naciones Unidas sobre
los Derechos de los Pueblos Indígenas; adoptar compromisos para el cumplimiento
de la Declaración en cada país, mediante planes nacionales de implementación y
la rendición de cuentas ante los distintos órganos de derechos humanos; la inclusión
de los pueblos indígenas y sus derechos en la Agenda mundial de Desarrollo Post
2015.
Tres
familias lingüísticas dividen principalmente a los grupos étnicos: la arauaca
(guajiro, paraujano, baniva, curripaco, yavitero, piapoco, guarequena, baré,
aruaco); la caribe (cariña, pemón, maquiritare, panare, yabarana, yucpa,
japreria, acahuayo, mapoyo, chaima) y la chibcha (barí, tunebo). La poco
numerosa familia tupí-guaraní está representada a través de los indígenas
yeral, oriundos del Brasil; y las demás etnias (yanomami, guarao, yaruro,
guajibo, piaroa, puinabe, joti, sapé y arutaní) no tienen filiación precisa.
Aunque
cada etnia tiene sus características específicas tienden a predominar las
familias extensas con algunos casos de organización en clanes, la poligamia
está casi generalizada, hay pluralidad de divinidades, son culturas de una gran
coherencia interna por su persistencia en el tiempo; y la artesanía, la música,
los bailes y la literatura son manifestaciones utilitarias y creativas a la
vez. En lo económico, casi todas las etnias combinan la recolección, caza y
pesca con la agricultura itinerante.
PRINCIPALES
GRUPOS INDÍGENAS DE VENEZUELA
ACAHUAYO:
(Familia lingüística caribe) Conocidos también como akawaio o waika están
ubicados en la frontera del estado Bolívar con la Guyana. Sus de características
culturales son semejantes a la de los Pemones.
ARAHUAC
DEL DELTA AMACURO: (Familia lingüística arauaca). Se trata de un grupo muy
aculturado que vive en la frontera de Delta Amacuro con la Guyana. Arahuac
(pronunciado Aravac) no significa nada en su propia lengua pero en norrés
(vikingo) significa algo así como "guardias a titulo honorífico. Se dice
que los Arahuac vigilaron y escoltaron a los vikingos por sus viajes a través
de los ríos amazónicos del Matto Grosso.
ARAHUAC
DEL RÍO NEGRO: Conocidos también como baniva, baré, guarequena, curripaco y
piapoco, de la familia Arawak. SU economía está basada en la explotación de
goma y fibra, y a cambio obtienen un salario escaso. Viven en la frontera del
Territorio Amazonas con Colombia.
ARUTANI:
Este grupo, también conocido como Anaké, está casi extinto y es de filiación
desconocida. Están ubicados el Alto Paragua, estado Bolívar. Uno de los 10
primeros ríos de este estado lleva el nombre de la etnia.
BARI:
(Familia lingüística chibcha) También conocidos como motilones bravos, es un
grupo situado en la Sierra de Perijá, estado Zulia. Son considerados
agricultores excepcionales y de cultura integrada. Tienen fama de violentos ya
que antes de 1960 se les recuerda en fuertes enfrentamientos. Su población ha mostrado
un incremento tanto en Venezuela como en Colombia.
CARIÑA:
(Familia lingüística caribe) Viven en pequeños enclaves en el centro y sur del
estado Anzoátegui y al norte del estado Bolívar. Se trata de grupos agrícolas
provistos de una buena organización social. Su sistema de orientación está
relacionado directamente con el Sol.
GUAJIBO:
Este grupo, autodenominado Jiwi, habitan en los Estados Amazonas, Apure y la
zona circunvecina a Puerto Ayacucho. En Colombia habitan las llanuras entre el
Meta y el Vichada. Son cazadores, pescadores y recolectores. Llamados también
guahibo, chiricoa y cuiva. En Apure también se les conoce como CHIRICOAS Y
CUIBAS. Mientras en el Estado Apure son una población perseguida, en el
Amazonas cuentan con algunos dirigentes y tienen cierto acceso a la educación
formal.
GUAJIRO:
(Arawak). Es una de las etnias más numerosas de venezuela y es quizás la que ha
alcanzado mayor participación social a pesar de su desorganización en los
centros urbanizados. Una ministro del ambiente y 3 miembros en la Asamblea
Nacional son algunos de los logros de esta etnia en cuanto a penetración en los
poderes públicos. Están ubicados principalmente en el estado Zulia y en
Colombia y su actividad económica tradicional es el pastoreo. Las mujeres son
mayoría y sus decisiones son las que mueven a los distintos grupos. Los
Guajiros se dividen en 12 castas y tienen sus propias leyes que datan de
cientos de años.
GUARAO
O WARAO: Son habitantes de los Estados Amazonas, Sucre y Monagas así como la
Guayana Esequiba. Son principalmente pescadores cazadores de arco y flecha,
recolectores de moriche, fundamentalmente para su subsistencia. Viven
generalmente a orillas de los caños. Son muy explotados por los misioneros y
los dueños de aserraderos y arrozales, carecen de liderazgo representativo y
atraviesan por gravísimos problemas médico-asistenciales. Se distinguen por la
abundancia y variedad de su literatura oral y su música.
GUAYQUERI:
Pertenecen a los grupos indígenas no clasificados y según algunos especialistas
son de origen warao, pero la mayoría se inclina por encontrarles un origen
arawaco. Actualmente es un grupo muy aculturado que vive en "El
Poblado", isla de Margarita, en el estado Nueva Esparta.
MAPOYO
O YAHUANA: También conocidos como Wanai son de la familia Caribe y por su
precaria situación la etnia está actualmente protegida por la Ley de Protección
y Defensa del Patrimonio Cultural que establece entre las disposiciones
relativas a la defensa del patrimonio viviente del país, la atención a la
cuestión de la lengua y el habla característica de los colectivos que habitan
las distintas poblaciones de Venezuela. Se encuentran al norte del estado
Amazonas. Para los Mapoyo y otros pueblos indígenas su territorio y todo lo que
hay en ella como montañas, ríos, animales, e insectos tienen como dueño al
Espíritu Creador y por lo tanto no se puede corromper, destruir y/o contaminar.
MAQUIRITARE:
Autodenominados YEKUANA esta etnia de la familia Caribe tiene un talento para
la navegación que les permitió establecerse en un amplio territorio fluvial.
Habitan las orillas y los márgenes de una serie de ríos tributarios del Orinoco
que abarcan unos 30,000 kilómetros cuadrados del territorio actual de los
Estados Bolívar y Amazonas. Don excelentes tejedores de cestas y su fuerte
personalidad étnica les ha provisto de buenos dirigentes, muy capaces, aunque
carentes de educación formal.
PANARE:
Están ubicados en la zona noroeste del estado Bolívar (Caicara, La Urbana,
Túriba). Se trata de un grupo de economía recolectora y en menor medida
agrícola. Están en inminente peligro de ser desplazados por los criollos y
sojuzgados por los misioneros.
PUINABE:
Habitan cerca de San Fernando de Atabapo (Amazonas) y en Colombia.
Culturalmente se asemejan a las poblaciones arauacas del Río Negro.
PARAUJANO:
(Arawak) Viven en el norte del estado Zulia en la laguna de Sinamaica.
PEMÓN:
(Familia lingüística caribe) Están ubicados en el centro y sureste del estado
Bolívar, principalmente por el río Paragua y la Gran Sabana. Se tendencia
demográfica es ascendente y son un grupo bien organizado. Su economía gira
alrededor de la agricultura y la minería (en esta última en calidad de
asalariados). La influencia misionera católica es excesivamente fuerte. Los
arecuna, taurepang y camaracoto son subgrupos de los pemones.
PIAROA:
Se autodenominan Aruwá o dueños de la selva y están ubicados en el Estado
Amazonas, en la selva tropical de la región Orinoco-Ventuari. La lengua Piaroa
es independiente y son cazadores, recolectores y agricultores. La influencia de
las misiones protestantes es perjudicial, agravada por la crisis demográfica y
médico-sanitaria que sufre esta población.
SAPE:
Grupo casi extinto de filiación desconocida del Alto Paragua, estado Bolívar.
YANOMAMI:
Es una de las etnias más estudiadas de la Amazonia venezolana y habitan entre
la Sierra Parima y el Orinoco, particularmente las cuencas de los ríos Ocamo,
Manaviche y Mavaca. Sus actividades económicas son la recolección, la caza y la
pesca. Su pelo lacio y negro es cortado de forma redonda y su cuerpo va
pintado. Algunos hombres utilizan prendas multicolores de plumas y se perforan
las orejas y el tabique nasal. La cestería es realizada por las mujeres.
YARURO:
Se encuentran en el centro y el sur del estado Apure entre los ríos Arauca y
Cinaruco. Su lengua es independiente y su agricultura, de tala y quema, es muy
incipiente. Son pescadores hábiles y hacen cestería, cerámica, curiaras y
hamacas. Los shamanes son tanto hombres como mujeres y se caracterizan por un
alto grado de conciencia étnica y un fervor mágico-religioso intenso. No
cuentan con dirigentes propiamente dichos.
YUCPA:
(Familia lingüística caribe) Estos habitantes de la Sierra de Perijá, Estado
Zulia, también se les conoce como motilones mansos. Se alimentan a base de
frutas silvestres y practican la siembra del maíz y la yuca dulce. Trabajan la
cesterpía y los textiles y son monógamos.
Tipos
de Vivienda:
Entre
las más ricas expresiones de las culturas indígenas venezolanas se encuentra su
arquitectura. En ellas destacan dos vertientes: la arquitectura de agua y la de
selva. A la primera, la de agua, corresponden las viviendas palafíticas que
todavía se encuentran en las riberas del lago de Maracaibo y de la laguna de
Sinamaica, territorios del pueblo wayúu, y en el Delta del Orinoco, hábitat del
pueblo warao. Según cuentan los cronistas, al contemplar por primera vez estas
viviendas anfibias en el norte del estado Falcón, Américo Vespucio llamo al
lugar Pequeña Venecia, de donde se supone derivó el nombre de Venezuela.
A
la segunda, la arquitectura de selva, corresponde la churuata, una deslumbrante
vivienda colectiva propia originalmente de los pueblos panare y piaroa,
ubicados al sur del Orinoco. Con el transcurrir del tiempo, y con particular
fuerza en las dos últimas décadas del siglo XX, la churuata es cada vez más
apreciada por los venezolanos y su presencia se ha ido difundiendo a todo lo
largo y ancho del país, ya como elemento atractivo en restaurantes y otros
centros de esparcimiento, ya como espacio complementario en casas modernas e,
incluso, con adaptaciones al confort contemporáneo como vivienda común y normal
en zonas urbanas y rurales.
Tres
elementos la han convertido en tan apreciado objeto. La belleza, armonía y
perfección de sus formas coronada por una punta cónica en la que culmina el techo
y destaca sobre la vivienda. La tranquilidad, bienestar y sosiego que genera la
armazón de postes de maderas y círculos concéntricos interiores, sobre los que
se colocan los delgados haces de palma que conforman la capa impermeable del
techo.
Y,
por último, algo muy valorado en los climas cálidos, su eficiente principio de
ventilación que la hace una morada permanentemente fresca sin que importen los
rigores del clima en su exterior.
Los
Caciques
La
palabra cacique es un vocablo de origen taíno (lengua de filiación arawak
hablada en las Antillas para el momento de la conquista europea que se
incorporó al caudal léxico español para designar al individuo que representaba
la autoridad en una comunidad indígena.
El
término, por extensión semántica, ha pasado a denominar al individuo que ejerce
un liderazgo local despótico (el caciquismo). Ahora bien, posiblemente la
palabra "cacique" llegó a ser sinónimo de autoridad omnímoda y
despótica debido a la tendencia de los conquistadores de buscar instituciones
equivalentes a las europeas entre los pueblos indígenas americanos.
Al
no encontrarlas, por tratarse de realidades culturales diferentes, los europeos
mal interpretaron las culturas indígenas e incluso, en algunos casos, llegaron
a negar la existencia de un orden social.
Importantes
dirigentes indígenas defendieron sus tierras y sus culturas frente a los
conquistadores. Se los llamó jefes, diaos, guerreros o caciques y por lo menos
uno de ellos –Manaure– dirigía un importante cacicazgo en el área del actual
estado Falcón durante las primeras décadas del siglo XVI. Conocemos nombres y
hazañas de muchos de estos dirigentes para el momento de la conquista, pero
desconocemos sus ascendencias.
Suponemos
que éstas se remontan a fechas anteriores, como parece revelarlo el plan de ataque
de Guaicaipuro y la resistencia que encabeza en la zona centronorte de
Venezuela hacia la segunda mitad del siglo XVI. Guaicaipuro convoca a un
levantamiento de las sociedades gobernadas por Baruta –su hijo mayor– Naiguatá,
Aricabacuto, Guaicamacuto, Chacao y el guerrero taramaima Caracaipa, entre
otros. Del área nororiental se menciona a Cayaurima, cacique de los cumanagoto,
y sus alianzas con otros caciques de la zona de Cumaná para enfrentar a los
conquistadores, y a otros como Doaca, con quien se identifica la actual zona
larense de Duaca; a Nigale, jefe zapara en el Zulia; a Huyapari, con cuyo
nombre los españoles identificaron al río Orinoco y su área en 1531, y a muchos
otros jefes, caciques, guerreros, como Acaprapocón y Conopoima –quienes comandan
la lucha una vez muerto Guaicaipuro–, Caricuao, el cacique oriental Maturín,
Morequito, Paryauta, Parnamacay, Pitijay, Sorocaima, Tiuna, Tamanaco y
Terepaima.
Las
tribus indígenas, sostuvieron una tenaz lucha contra el invasor español, donde
el conocimiento de materiales bélicos de la época jugo papel importante en el
exterminio de los grupos aborígenes.
Los
caribes, al igual que otras tribus, mostraron una resistencia implacable contra
quienes buscaban someterlos en su propia tierra. Los caballos, perros
amaestrados, arcabuces, fuerte vestidura y una gran experiencia en el arte de
la guerra no lograron extinguir el grito de libertad que retumbaba en las
montañas venezolanas, con flechas y lanzas combatieron con tenacidad regando
los campos de batalla con su sangre americana.
Esta
lucha encarnizada duró varios años de enfrentamientos; hubo episodios de
heroísmo, destacando el ímpetu y gallardía de valientes caciques como:
Guaicaipuro, Baruta, Chacao, Tamanaco, entre otros.
Biografía
de Algunos de Nuestros Caciques:
Aramaipuro:
Este
cacique fue uno de los jefes de los temibles mariches. Formó parte de la
coalición de caciques que se enfrentó a Losada en Maracapana. Bajo su mando
actuaron los caciques Chacao y Baruta, y como una especie de jefe de estado
mayor participó el cacique Aricabuto.
Según
Oviedo y Baños, Aramaipuro se presentó con un ejército integrado por tres mil
flecheros. Fue la más grande concentración indígena en un batalla concebida
para destruir al invasor. La estrategia fue tan bien planeada que Diego de
Losada sólo se enteró del peligro cuando ya la mayor parte de las tribus se
había reunido.
Aramaipuro
y sus hombres esperaron a Guaicaipuro, pero al no llegar éste tomaron la
decisión de retirarse sin presentar batalla. Sólo Tiuna y sus bravos se
quedaron, pelearon y murieron.
Aramaipuro
siguió peleando muchos años y ya viejo se retiró con sus hombres hacia la costa
oriental, en donde se enfrentó a Sir Walter Raleigh, que en 1595 asaltó Cumaná,
donde murió. Los piratas atraparon a su hija Urimare que fue destinada como
trofeo de guerra para Raleigh, pero la agilidad y coraje de la muchacha la
ayudaron a fugarse del bergantín inglés, ganando a nado la costa, pero al
llegar a la playa los españoles la hicieron prisionera. Varios meses estuvo
Urimare esclavizada por los íberos, hasta que un día, ante el intento de
violación de uno de los soldados, Urimare lo hiere mortalmente y huye. Llega a
las tierras de Guaicamacuto. El viejo cacique la hace su hija adoptiva. Cuenta
la leyenda que Urimare, la hija del gran Aramaipuro, consiguió que la tribu de
su padre la obedeciera y se convirtió en la primera mujer en gobernar en este
territorio. Al principio, combatió a los españoles, pero aconsejada por su
padre adoptivo decide hacer la paz.
Arichuna:
Arichuna
pertenecía a la tribu de los jiraharas, ubicando su radio de acción en la
región de lo que hoy es Lara y parte de Yaracuy. Se formó bajo las órdenes del
cacique Queipa y a la muerte de éste, fue seleccionado para dirigir la tribu
con el rango de cacique. Luchó al mismo tiempo contra los españoles y contra
otra tribu enemiga dirigida por el cacique Guaratarí.
Fue
el primer cacique que tuvo que ver con la Santa Inquisición, debido a su
amistad con Juan Fernández, de origen morisco-portugués, quien fue acusado de
herejía por el Tribunal Inquisidor y condenado a muerte. Arichuna, que había
aceptado la paz, y que se dedicaba al comercio de especias con los españoles,
no pudo creer que aquel hombre, de buenos sentimientos pudiera ser un hereje.
Trata de interceder en su favor. El Gobernador Juan de Leiva no quiso tomar
cartas en el asunto y Arichuna decide salvarle la vida a su amigo, ataca la
prisión, en Valencia, y logra liberar a Juan Fernández. Este hecho ocurrió a
finales de 1556.
Pasado cierto tiempo, obtuvo el perdón, pero su agradecimiento
por Arichuna fue tal que jamás abandonó la tribu.
Arichuna
vivió muchos años comerciando con los españoles y éstos lo tuvieron siempre en
alta estima.
Baruta:
Hijo
de Guaicaipuro y de Urquía, Baruta recibe de manos de su madre el penacho con
plumas rojas, que había usado su padre, al tiempo que le decía:
"Sean
estas plumas rojas el símbolo de la sangre de tu padre y de tu pueblo
derramadas por el invasor que viene a arrebatarnos nuestra tierra. Defiéndelas
con honor."
Baruta
no solo atacaba al enemigo, sino que con frecuencia establecía pactos y
alianzas con otras tribus rebeldes y obtenía grandes victorias. Sin embargo, en
un enfrentamiento contra los españoles es hecho prisionero y conducido ante
Garci González de Silva, que para ese momento era el Regidor del Cabildo, y le
explica el plan que tiene España para desarrollar la zona y darle mayor
bienestar a sus pobladores. Le ofrece la libertad a cambio de la firma de un
tratado de paz aceptado por el cacique.
Baruta
fue un gran jefe en la paz, gozó de la máxima consideración de los españoles,
respetaron su autoridad y sus tradiciones, cooperaron con él, enseñándole
nuevas técnicas ganaderas y de cultivos.
Al
morir Baruta fue enterrado con su rito. Más tarde, en 1620, el Gobernador
Francisco de La Hoz Berríos, constituyó en su honor, en el sitio donde vivió el
cacique, una parroquia con el nombre de San Francisco de Paula de Baruta.
El cacique Catia ejercía su mando en el territorio ubicado desde la fila que ocupaban los mariches, siguiendo toda la serranía que circunda a Caracas, hasta el litoral. Le gustaba enseñar a los jóvenes guerreros y entre sus alumnos estaba el inmortal cacique Tiuna. Supo ganarse la amistad de numerosos caciques y jefes de tribus.
Fueron sus aliados, entre otros, Guaicaipuro, Mamacuri, Guaicamacuto, Naiguatá, Chacao, Baruta y Prepocunate, con cuya colaboración obtuvo significativas victorias. Derrotó a las huestes de Garci González en el valle de Los Guayabos. Era gran estratega, fue piache, con grandes conocimientos de hechicería, magia y artes curativas.
Cuando
murió Guaicaipuro, quiso recomenzar sus proyectos para enfrentar al enemigo y
se entrevistó con sus caciques amigos, pero cansados de combatir,
desmoralizados por la muerte de Guaicaipuro y después de la batalla de
Maracapana, ninguno de ellos quiso volver a los enfrentamientos aborígenes.
Muere
en Los Teques, en 1568, luchando contra las tropas de Diego de Losada.
Cayaurima:
Cacique
cumanagoto de formidables atributos para la lucha, logró que numerosas tribus
vecinas e incluso lejanas se unieran a la suya en la contienda a muerte contra
el invasor.
En
1520, hace frente a los españoles asentados en Nueva Andalucía, hoy Cumaná. En
una de esas batallas dan muerte al gobernador, capitán Diego Fernández de
Zerpa, primer mandatario español en esa población.
Cayaurima
se caracterizó por su cojera, producto de una estocada de lanza recibida en
combate. Cae muerto en una celada que los españoles le tendieron, cuando
merodeaba un campamento castellano.
Chacao:
Chacao,
llamado el Hércules americano, de raza caribe, gobernaba justamente en la
región caraqueña que hoy lleva su nombre, pero su dominio iba mucho más allá,
acercándose a Los Teques. Su aspecto físico era impresionante, era de gran
tamaño, tenía audacia y una capacidad muy especial para preparar ataques tipo
comando.
Su
cacicazgo lo ejercía con sentido democrático y no se recuerda ninguna
injusticia cometida contra su gente. Era respetuoso de las normas y de las
tradiciones que regían a su pueblo, inclinándose fuertemente por la ayuda a los
más débiles, especialmente niños y mujeres.
Su
territorio lo defendió con tesón y empuje. Se alió con Guaicaipuro y participó
en la coalición de jefes que durante siete años mantuvieron el control sobre
todo el valle de los Caracas y la región montañosa de los indios Teques. En
1567 el indio Chacao se enfrenta a Juan de Gámez, oficial de Diego de Losada,
quien lo reduce a prisión. Al saber Losada que el bravo Chacao es su
prisionero, decide dialogar con él y recobró su libertad. En 1568 renueva su
alianza con Guaicaipuro y con sus hombres acude al sitio de Maracapana,
serranía adyacente a Caracas.
Conocida
su inclinación a ayudar a los débiles, especialmente a los niños y mujeres, se
le hace saber que un capitán llamado Catario había secuestrado a dos indiecitos
y que los tenía esclavizados, juró rescatarlos y devolverlos sanos y salvos a
su familia. Chacao fue a rescatar a los niños, entró con gran destreza al
campamento español y los liberó. Los hombres de Chacao observaron que su jefe
estaba gravemente herido, fue atendido de inmediato por su piache, pero ya no
había nada que hacer, el cacique había perdido mucha sangre. Su muerte causó un
profundo dolor en su pueblo.
Chicuramay
–Cuaicurián:
Chicuramay
fue uno de los veintitrés caciques que fueron condenados a muerte después de la
desaparición de Guaicaipuro, por una cruel decisión de la Alcaldía de Caracas,
que deseaba alcanzar rápidamente la pacificación del valle. El alcalde los hizo
aprisionar, los juzgó sin pruebas y los condenó a muerte. Chicuramay era un
cacique muy joven, valiente y amado por su gente, lo que motivó que uno de sus
guerreros, el bravo Cuaicurián, se presentara a los jueces, que eran Pedro
Ponce de León y Martín Fernández de Antequera y les afirmara que estaban en un
error y que el verdadero cacique Chicuramay era él. Sorprendidos los dos
funcionarios por la aseveración, procedieron a interrogarlo y quedaron
convencidos, ya que Cuaicurián era un joven fuerte con dotes de mando y con
conocimientos de las operaciones de su tribu.
Cuando
Chicuramay recibió la noticia de que estaba en libertad, no imaginó nunca la
dolorosa razón que la causaba.
Cuaicurián
fue torturado por indios mercenarios, al igual que los otros 22 caciques, y al
despuntar el alba fue salvajemente asesinado. Era el año 1569. Chicuramay
tembló de ira al saber toda la verdad y buscó venganza. Averiguó que el asesino
había sido un hombre de apellido Portolés, que trabajaba como asistente de
Fernández de Antequera y le quitó la vida.
Conopaima:
Hombre
de confianza de Guaicaipuro, alcanza el cacicazgo después de la muerte de éste.
Se cree que fue de origen caribe, procedente de lejanas tierras. Llegó a las proximidades
de Los Teques y se radicó en El Peñón.
Venció
en muchas peleas al lado de Guaicaipuro y una de sus más sonadas victorias fue
la de Las Adjuntas.
En
enfrentamiento con Garci González de Silva, en el sitio de Los Carrizales, en
1572, donde al bravo Sorocaima le es amputada la mano, el cacique Conopaima
decide buscar la paz con el invasor y se retira de la lucha. Más tarde se
arrepiente de su determinación y vuelve a la lucha contra el enemigo. Una
noche, estando con su esposa a orillas del río Macarao los españoles los
emboscaron y les dispararon para matarlos. La mujer del cacique resultó herida.
Conopaima la tomó en sus brazos y ya en la curiara decidió hundirse con ella
para morir juntos, pero no fue necesario, un soldado acabó con la vida del
cacique.
Guaicaipuro:
Nacido
en Caracas en 1530 y guerrero de confianza del gran Cacique Catuche, asume el
cacicazgo a los 20 años de edad, cuando este cacique muere. Guaicaipuro
gobernaba a los Caracas y los Teques, ejerciendo directo control sobre los seis
caseríos que circundaban su cuartel general en Suruapo.
En
1560 el Gobernador Pablo Collado nombra a Juan Rodríguez Suárez, Teniente
General de la Provincia de Caracas y le ordena pacificar a Guaicaipuro.
Rodríguez se alía con el mestizo Francisco Fajardo y vence al Cacique de los
Teques en las batallas de San Pedro y La Quebrada.
Fajardo
intenta fundar un caserío en lo que hoy es Catia. Sin embargo, ante un ataque
ordenado por Guaicaipuro y ejecutado por Paramaconi, el recién fundado caserío
(1560) es arrasado. El año siguiente, en 1561, Juan Rodríguez Suárez refunda el
caserío con el nombre de Villa de San Francisco, pero corre la misma suerte que
el anterior.
En
enero de 1562, Guaicaipuro y Terepaima enfrentan y matan al Capitán Luis de
Narváez. Guaicaipuro convoca entonces a una alianza estratégica de todos los
caciques de la región, aceptan el pacto los jefes Baruta, Naiguatá, Chacao,
Aramaipuro, Guaicamacuto, Paramaconi, Terepaima y Chicuramay. Durante años esta
alianza se mostró triunfadora, pero Guaicaipuro perdió su oportunidad en
Maracapana, en 1568, batalla clave en la que participaron todas las tribus
aliadas. Derrotados por el ejército conquistador en forma contundente, la
coalición se disuelve y los jefes regresan a sus tierras.
Guaicaipuro se
refugió en Suruapo. Ese mismo año ataca a Diego de Losada, esté ordena al
Alcalde Francisco Infante que ataque a Guaicaipuro en el propio sitio de Suruapo,
Infante buscó indios pacificados y fieles a España que conocian el modo de
llegar a la vivienda del cacique. En Suruapo penetraron hacia el caney del jefe
indio, Guaicaipuro tomó la espada y dio muerte a los que lo atacaron. Se
guareció luego en su choza, pero los españoles le prendieron fuego y conminado
a rendirse el cacique no aceptó y prefirió morir atrapado por las llamas.
Guaicamacuto:
Este
cacique de la tribu de los caribes se caracterizó no sólo por ser calculador y
astuto, sino también, por ser negociador con sus homólogos y jefes indígenas
Comandaba la costa litoral venezolana, desde La Guaira hasta Oriente.
En
1555 inicia su entrada en la historia al recibir al mestizo Francisco Fajardo
en forma pacífica.
En
1558, Guaicamacuto en unión con el indio Paisana, dirigió la rebelión contra
los españoles.
Promovió
la Alianza de Uvero con Terepaima, Catia y Paramacay. Atacó a Rodríguez Suárez,
unido a Terepaima y Guaicaipuro en el sitio de Las Lagunas, donde perdió la
vida el capitán español.
En
1568 se unió a Guaicaipuro en la batalla de Maracapana.
Más
tarde decide pactar con Losada lo que le permitió regir en paz los designios de
su pueblo hasta que le sobrevino la muerte a edad avanzada.
Guaratarí
- Queipa – Mamacurri:
En
1555 Alonso Díaz de Moreno funda la ciudad de Valencia del Rey e inicia tratos
con los caciques, con el fin de pacificar la región. Queipa, uno de los
caciques más influyentes de la zona, pacta la paz con el conquistador, pero el
Cacique Guaratarí no le perdona lo que considera una traición y le declara la
guerra a ambos.
Guaratarí
enamorado de la princesa Tibaire, hija de Queipa, envía a el Piache El Tiznado
a negociar la boda, lo que fracasa y Guaratarí, lleno de furor, inicia una
terrible guerra contra el cacique Queipa y su tribu; en ese enfrentamiento el
jefe jirahara muere en las manos de El Tiznado. Guaratarí también elimina al
cacique Mamacurri y sigue la guerra contra España, sin coordinar con otros
caciques, hasta que un día murió su fiel Tiznado y más tarde, él pierde la vida
al enfrentarse a los arcabuces españoles, en una batalla cercana a Valencia.
Guarauguta:
Este
cacique intensificó sus ataques contra el Capitán Diego García de Paredes en
1562 quien es llamado a España y designado gobernador de la provincia de
Popayán y cuando venía a tomar posesión de su cargo, en 1563, decide descender
en Cabo Blanco, Venezuela, y es atacado por el cacique Guarauguta y pierde la
vida al lado de sus lugartenientes Alonso Zapata y Francisco de Las Casas.
Pocos
hombres pudieron salvar sus vidas. Huyen en su barco y viajan hacia Borburata,
esto le dio fama al cacique Guarauguta, quien intensificó sus ataques contra
los invasores. El capitán Gómez de La Peña, vence al guerrero, quien muere
acribillado en los alrededores de Catia La Mar.
Manaure:
Manaure
hombre pacífico y negociante apreciaba la paz como sistema de vida. Su relación
con los españoles se complicaba en ocasiones, pero no por su culpa. Los
conquistadores irrespetaban la autoridad de los caciques y ni siquiera
consideran a aquellos jefes que se convertían en sus aliados.
Fue
jefe de la nación caquetía o caiquetía, la cual estaba ubicada en la zona que
hoy ocupa el estado Falcón.
Era
un hombre valeroso, pero prudente, que ostentaba un cacicazgo muy al estilo de
las cortes europeas. A diferencia de Guaicaipuro y, en general, los jefes
caribes, no sufrió penurias y pruebas antes de ser designado cacique.
Representaba a una nación que tenía como principio servir al jefe, brindándole
toda clase de comodidades. En sus recorridos, el jefe caquetio era transportado
en hamaca o en andas, cargado por sirvientes de su propia tribu. Su área de
influencia abarcaba además las islas circunvecinas, hoy llamadas Aruba y
Curazao. Su centro de poder lo tenía ubicado en el poblado de Todariquiba,
cerca de la actual Sabaneta. Luego de la fundación de Coro, en 1527, se
traslada a esa ciudad.
Entró en contacto con los españoles a través de sus
guerreros Baracuyra y Baltasar. En principio, negociaron la paz con Gonzalo de
Sevilla, asistente de Juan de Ampíes, hacia el año 1522. En 1525 un grupo de
traficantes de esclavos asaltan la zona y toman prisioneros a varios parientes
de Manaure. Ampíes los socorre y los rescata de sus captores, que los habían
llevado a Santo Domingo para venderlos, y Manaure quedó para siempre agradecido
de Ampíes, quien lo bautiza en 1528 con el nombre de Martín. Cuando Ambrosio
Alfinger asume el poder, procede a expulsar a Ampíes y apresa a Manaure. Luego
de su liberación, Manaure se retira a unos 300 kilómetros de Coro.
A
Manaure le fue conferido señorío sobre tierras y vasallos, pero este trato se
rompe y el viejo cacique se refugia con sus bravos en las tierras de Yaracuy,
que le da protección, y allí muere en un enfrentamiento con los hispánicos en
el sitio de El Tocuyo.
Mara:
Este
cacique de trato firme y autoritario, asumía toda la figura autocrática de
quien gobierna asistido por poderes sobrenaturales.
Fue
caudillo de una vasta región occidental que se extendía desde las orillas del
lago conocido como Maracaibo y el río Magdalena, en el límite con lo que hoy
día es Cartagena. Los fieros indios motilones conocieron las incursiones de
este cacique que consiguió someter a muchas tribus de la región, con las cuales
hizo frente al invasor. Perfecto conocedor de la geografía guajira, Mara
consiguió ejercer una prolongada resistencia al invasor español.
Muere
luchando contra un capitán español, que lo captura malherido y lo deja sumirse
en su agonía, tratando de negociarle un trato de libertad a cambio de su
riqueza. A la muerte de Mara no le sucede ningún otro cacique de su talla, por
lo que la región fue prácticamente pacificada.
Maracay:
Maracay
fue un valiente guerrero, perteneciente a la tribu de los araguas, cuyo nombre
serviría luego para denominar una nueva tribu descendiente de la que él era
originario.
Dominó
sobre la extensión que hoy ocupa el estado Aragua y parte de otros estados
colindantes, especialmente hacia la costa por los predios del cacique Turiamo,
quien fuera su aliado en muchas batallas.
La
fama de Maracay se sustenta en la derrota de Rodríguez Suárez. La batalla
sostenida contra los soldados del mencionado capitán degeneró en duelo entre
cacique y conquistador. La destreza y fortaleza de Maracay acabó pronto con su
contrincante, quien debió retirarse vencido a su campamento.
La
muerte de Maracay le sobreviene a temprana edad, como consecuencia de la
traición de uno de los suyos, lo que permite que el conquistador español lo
ejecute mientras descansaba.
Meregote:
Cacique
sucesor de Maracay, le correspondió la difícil tarea de dirigir a sus hombres
en contra de los invasores, después de la muerte de Maracay. Gracias al tesón,
liderazgo y estrategia, consigue reagrupar a los indios araguas y los convoca a
un juramento en el que se comprometieron, en honor de su antiguo jefe Maracay,
a luchar hasta la muerte.
Por
su parte, los españoles no titubeaban ya para alcanzar su objetivo. La tierra
ocupada por el cacique Meregote y sus indios araguas debía ser rendida a la
bandera española a la mayor brevedad.
Los
dos bandos se enfrentaron en una batalla definitiva en el sitio denominado La
Colina de La Cruz. Allí murieron los hombres de Meregote. Ninguno se rindió.
Meregote fue un digno heredero de Maracay.
Murachí:
Con
este nombre se conoce al bravo cacique mocotíe, que habitaba en la sierra
merideña, en un lugar de muy difícil acceso cercano al río Chama. El sitio era
denominado Murrupuy por los indígenas. Eran indios laboriosos, que producían
algodón con el que tejían bellas cobijas y ruanas, que les servían para
protegerse de las inclemencias del tiempo. También producían otras artesanías y
se dice que llegaron a poseer minas de oro en Acequías y Aricagua. Enfrentó las
tropas de Juan de Maldonado, que fundó Mérida en el año 1559. Su esposa era la
princesa Tibisay, hija del cacique de Las Vegas del Mucujún.
Eran
adoradores del sol, al cual llamaban Ches. En la medida en que la guerra
avanzaba, Murachí se dio cuenta de que la gran belleza de su amada la ponía en
peligro y para protegerla la envió hacia el interior de su territorio, en el
sitio más recóndito y secreto, en compañía de sus guerreros más leales. Sus
hombres fueron diezmados y su tierra conquistada por el hombre blanco, pero
Murachí nunca se rindió.
Murió peleando contra el invasor en el año de gracia
de 1560.
Naiguatá:
Naiguatá,
cacique de la familia caribe, ejercía su dominio a lo largo de una extensa zona
costera que partía del río Anare, en los predios del Cacique Guaicamacuto,
hasta las costas anzoatiguenses de lo que hoy se conoce como Puerto La Cruz.
Naiguatá,
tenía como huéspedes a los soldados de Rodríguez Suárez y uno de ellos,
queriendo lucir sus dotes de cazador, hirió de muerte a una gaviota, hecho que
encolerizó a Naiquatá, exigiendo la ejecución del agresor y no consiguiendo tal
solicitud con Rodríguez Suárez, tomó por asalto el campamento de los soldados y
sometió a sentencia al inculpado. Al momento de dar muerte al reo, una bandada
de gaviotas hizo acto de presencia Naiguatá interpretó como el perdón de las
aves hacia el agresor y lo soltó.
Naiguatá
vivió muchos años y pudo conocer muchos de los cambios culturales que impuso el
colonizador.
Paisana:
En
1555 el cacique Paisana estableció amistad con el mestizo Francisco Fajardo,
hijo de una princesa guaiquerí y de un español de su mismo nombre. Fajardo
solicitó paso libre por la tierra de los Caracas, a lo que accede el jefe
indio. Fajardo entró al valle en compañía de sus hermanos Alonso y Juan
Carreño, que también eran mestizos y de 20 indios de confianza. En 1557 regresa
al valle de los Caracas, esta vez acompañado de su madre y de unos 100 indios
guaiqueríes. Llevaba autorización del gobernador Gutiérrez de La Peña para
gobernar y poblar la costa desde Borburata hasta Maracapana.
Paisana no aceptó
la fundación del Hato de San Francisco que hizo Fajardo en 1560, envenenó las
aguas, causando la muerte a mucha gente, incluyendo la madre de Fajardo y éste
lo condenó a morir en la horca.
Paramacay:
Cacique
de origen cumanagoto, gobernó su tribu hacia el año 1569. Su territorio estaba
ubicado en la región de Mamo, entre la costa barloventeña y el valle de Los
Guayabos.
Tocó
a Paramacay un tiempo difícil en la lucha contra el colonizador, por cuanto
debió reiniciar los enfrentamientos a raíz de la instauración de un
encomendero, el capitán Julián Mendoza, quien quiso imponer el trabajo gratuito
y obligar a los menores de 20 años para que se convirtieran en servidumbre suya
o de sus familiares.
Paramacay
enfrenta en diversas escaramuzas a su tribu contra el encomendero y sus
seguidores. En una de ellas captura y secuestra a Dolores Ruiz, la esposa de
Julián Mendoza y a sus dos menores hijos, por quienes exige rescate al
comendador y pide trato justo y conciliatorio para los suyos, logrando su
objetivo mediante la presión del plagio.
Paramaconi:
Su
nombre significa caimán pequeño. Habitaba en la zona centro-norte-costera del
país. Los españoles lo llamaban el cacique-caballero. Se unió a Guaicaipuro al
iniciarse la década de los sesenta y presentó dura oposición a las tropas
invasoras. Su origen cumanagoto lo ubica en la raza caribe.
En
1561 Guaicaipuro atacó las minas de la región de Los Teques, en donde murieron
todos los españoles, incluyendo los hijos de Rodríguez Suárez y Paramaconi
también arrasó con sus guerreros la Villa San Francisco, levantada por
Rodríguez, en el mismo lugar donde Losada fundará a Caracas seis años más
tarde. Cuando ya tenía ganada la batalla, ocurrió que una estampida de ganado
destrozó a sus bravos toromainas y se vio obligado a retirarse.
Paramaconi
atacó más tarde, unido a la coalición de caciques, el sitio del Collado (hoy
Caraballeda) en donde vencieron a Fajardo y éste se retiró a Margarita con sus
hombres. En 1567 llegó Diego de Losada y realizó la fundación de Caracas. En
1568 concurre a la gran coalición convocada por el gran jefe Guaicaipuro, pero
la operación no tuvo éxito.
A
comienzos de 1570, Garci González decidió exterminar al enemigo y lo atacó de
noche en su caney. Paramaconi en la lucha fue herido y González le mando a
curar las heridas y a partir de ese momento hubo paz entre ambos hombres y
fueron amigos.
Pariata
– Maiquetía:
A
mediados del Siglo XVI, se encontraban liderando a los indios del litoral
central los caciques Pariata y Maiquetía. Se dice que Maiquetía era el
verdadero cacique y que Pariata era uno de sus guerreros de mayor confianza, al
lado de hombres de la calidad de Curucutí y Guracarumbo.
Pariata
tenía su residencia en el lugar denominado Los Guayabos, en lo que hoy es Catia
La Mar, pero su territorio abarcaba todo el sitio de lo que aún hoy se llama
Pariata en el litoral central venezolano. Su vecino más cercano era el cacique
Maiquetía, quien muy pronto decidió pactar la paz con los españoles. Pariata no
se doblegó. Una de sus más recordadas hazañas fue la del ataque al bergantín
español El Pelayo, el cual incendió y destruyó por completo.
Pariata
decidió pelear al lado de Guaicaipuro y cuando éste muere sirvió en las tropas
de Tamanaco, una vez liquidada la resistencia y pacificados la mayor parte de
los grandes jefes se retira con sus familiares y allegados a un sitio apartado.
Murió
en edad avanzada pero pudo ver la fundación de La Guaira por Diego de Osorio el
año de 1589.
Prepocunate:
Formado
entre los guerreros de confianza de Guarauguta, al lado de quien luchó hasta su
muerte, Prepocunate recibe el cacicazgo de los indios guaraúnos, entre quienes
se destaca por su ferocidad. Era hombre de poco hablar, de extrema exigencia
con sus hombres y consigo mismo. Esta conducta ejemplar le dio un halo
carismático entre las tribus caribes y eso le permitió acometer con valor y
éxito cientos de empresas en contra de las tropas españolas.
Para
doblegarlo, el gobierno español seleccionó a los capitanes Hurtado y Carrizo,
quienes lo apresaron y para que no escapara lo amarraron alrededor de un árbol,
custodiado por un pelotón que debía escoltarlo hasta el momento de su
ejecución.
Al
día siguiente al amanecer, Hurtado fue a buscar al prisionero para conducirlo
al lugar de su ejecución, al llegar al árbol sólo encontraron las sogas rotas,
tiradas en el suelo, junto a una rosa de montaña que el fiero guerrero caribe
acostumbraba usar en su larga cabellera negra.
Prepocunate
no apareció. Se desvaneció, sin que los españoles pudieran encontrar una
explicación racional.
Sin embargo, a los pocos días volvieron a saber del
cacique. Prepocunate comenzó entonces una guerra devastadora, golpeando
duramente al adversario, sin darle tiempo para reaccionar, y desapareciendo con
toda rapidez del campo de batalla. Un día del año 1570 al tratar de atacar por
sorpresa en el sitio donde hoy se levanta la ciudad de Los Teques, fue
nuevamente cercado y luchó hasta la muerte.
Sorocaima:
Algunos
historiadores afirman que era guajiro o tequeño de clase guerrera y que llegó a
la región de los indios Teques por problemas que tuvo en su propia tribu. Llegò
a convertirse en hombre de confianza y uno de los lugartenientes del gran
Guaicaipuro y a la muerte de éste, quedó como jefe guerrero bajo el mando de
Conopoima.
En
1570 participó en los ataques contra la recién fundada Santiago de León de
Caracas, bajo el mando de Conopaima y Terepaima. En 1572, Garci González de
Silva apresó a Sorocaima, Conopaima seguía resistiendo. Ante este hecho y
deseoso de terminar la batalla rápidamente, González decide utilizar a
Sorocaima como carnada y dice en alta voz, para que lo escuchen los otros
guerreros, que el jefe indio perdería su mano derecha, que le sería amputada, a
menos que se rindieran. En este último caso, se perdonaría la vida a todos. Es
allí cuando el Jefe Sorocaima, le dice a los guerreros:
Ataquen
con fuerza, mis valientes, que los españoles no tienen mucha gente.
Y
luego, sin vacilar, estira el brazo para que le amputen la mano derecha, lo
cual fue llevado a cabo por oficiales al servicio de Garci González. Sorocaima,
en un gesto que reflejaba por igual el valor y la grandeza de su raza, tomó con
su izquierda la derecha y, levantándola la ondeó en señal de triunfo. Luego,
avanzó hacia sus hombres. Garci González había ordenado su libertad. Sin
embargo, al dar la espalda al enemigo uno de los soldados le disparó a
traición, quitándole la vida.
Tamanaco:
Dos
años después de la muerte del gran Cacique Guaicaipuro, surge Tamanaco, cacique
de los indios mariches y de los quiriquires.
Su
misión, al igual que Guaicaipuro, era la de propiciar una alianza entre las
diferentes tribus. El 5 de diciembre de 1570, llegó a Coro, capital de la
provincia de Venezuela, el gobernador y capitán general Diego de Mazariegos,
pacta con los enemigos de Tamanaco. Nombra al avanzado Francisco Calderón para
pacificar el valle de Caracas y lo designa teniente general de la recién
fundada ciudad de Santiago de León de Caracas.
Calderón
envía al capitán Pedro Alonso Galeas a rendir a Tamanaco. Galeas lo persigue y
entra en tratos con el cacique Tapiaracay, enemigo de Tamanaco y del pacificado
cacique Aricabuto, quien le ofrece ayuda a cambio de que le entregue a este
último. El trato no se consolida y Galeas se mide con Tamanaco en una pelea en
la que participa Garci González de Silva y el indio Aricabuto, que les sirve de
guía. El combate no tuvo vencedor. Tamanaco decide atacar a Caracas, los
españoles retroceden hasta las orillas del río Guaire. El capitán Hernando de
la Cerda, se enfrenta con Tamanaco y este vence. Los indios no advirtieron la
llegada de una caballería española, Tamanaco y sus hombres quedaron atrapados y
fueron hechos prisioneros. Guaicaipuro fue condenado a morir en la horca, luego
su cabeza sería exhibida para que sirviera de escarmiento a los rebeldes. Garci
González, que había sido elegido Regidor del Cabildo de Caracas en 1573, estuvo
en desacuerdo con la medida, ya que admiraba el valor, el temple y la dignidad
demostrada por el guerrero.
En el medio de estas consideraciones intervino un
capitán de apellido Mendoza, que era propietario de un perro y sugirió que le
dieran a Tamanaco la oportunidad de escoger entre la muerte en la horca o la
posibilidad de salvar su vida si vencía al perro. Garci González estuvo de
acuerdo, al igual que el resto de los miembros del Consejo de Guerra, Tamanaco
acepto.
Tamanaco
fue desatado y colocado en la Plaza Mayor (hoy Plaza Bolívar) Mendoza, soltó el
perro, Tamanaco recibió varias mordeduras que le causaron la muerte.
Terepaima:
Terepaima,
cacique de araucos y meregotos, dueño del territorio que limitaba con los
Teques, era tenaz como guerrero, ágil y preciso en las conquistas, alcanzó
éxito en las batallas contra Rodríguez Suárez. Su dominio alcanzaba el Tuy, San
Pedro, Mariches, hasta el territorio que hoy ocupan los estados Miranda,
Aragua, parte de Carabobo, Cojedes y parte de Lara.
Terepaima,
sabiendo que el español Rodríguez Suárez lo tenía sentenciado a muerte, reunió
los indios Paracotos y en un feroz ataque contra los españoles, extinguió la vida
de Rodríguez Suárez.
La
victoria y el hecho de que Terepaima fuera el que diera muerte a Rodríguez, le
creó una aureola de leyenda. Hasta ese momento, había actuado como jefe sin que
los piaches de su tribu aprobaran su ascenso a la categoría de cacique. El
triunfo de Terepaima sobre el español que mató a Yoraco, le dio argumentos para
adquirir el liderazgo que ambicionaba.
La
historia de este hombre demuestra que no sólo fue hábil como guerrero, sino que
también tenía dotes para la política y para la diplomacia. De hecho, en 1559
negocia con Francisco Fajardo permitiéndole paso por su territorio después de
habérselo negado. En 1561 vence a Luis Narváez, que había penetrado en su
territorio con propósitos belicosos. Losada se enfrentó con Terepaima en el 67
y no pudo someterlo.
Fue
Garci González de Silva quien logró establecer la paz con él, pero el indio muy
pronto volvió a la guerra, a defender lo que creía que era suyo y en una
cruenta pelea encontró la muerte a mediados de la década del 70.
Tiuna:
Intrépido
guerrero, nacido en la tribu de los Caracas, creció bajo la tutela del Cacique
Catia y se caracterizó por su rigidez y valentía. Su poder lo ejercía en el
valle de Los Guayabos, territorio que hoy día es conocido con el nombre de
Catia La Mar.
Su dominio se extendió a través de las
montañas, limitando con Filas de Mariches y los Valles del Tuy, incluyendo
parte del valle de Caracas. Uno de sus hombres de confianza era el guerrero
Aramaipuro, conocido como "ponzoña de abeja". Entre sus éxitos se
recuerda el de Villa del Collado, hoy Caraballeda, así como el de Cayapa, donde
derrota al legendario y cruel Rodríguez Carpio. En 1568 Tiuna reunió casi
cuatro mil hombres, unido a los caciques Guaicamacuto y Aricabuto, para dar una
pelea decisiva en Maracapana, sabana cercana a Caracas. Para destruir al
invasor, estaban los caciques Naiguatá, Uripatá, Anarigua, Mamacuri,
Querequemare, Prepocunate, Araguaire, Guarauguta, con siete mil guerreros;
Aricabuto y Aramaipuro representaron a la nación mariche al mando de tres mil
flecheros.
El
gran cacique Guaicaipuro, que debía acudir con dos mil guerreros, no llego al
sitio a causa del mal tiempo. Algunos caciques se retiraron, pero otros,
motivados a la lucha por el cacique Tiuna decidieron combatir, Losada los
enfrentó. La batalla fue desastrosa, los caciques decidieron retirarse.
Tiempo
después, Tiuna se dedicó a hostigar implacablemente a todo conquistador. Los
exasperados españoles pusieron precio a su cabeza. Y, según algún cronista, un
indio traidor, lo atacó con una flecha causándole la muerte.
Yaracuy:
Hijo
del cacique Chilúa y nieto del indómito Yare, comandaba un imperio de más de
500 poblaciones indígenas, conocida como Guadabacoa.
En
el momento del Descubrimiento, el inmenso imperio central estaba integrado por
otras tribus, tales como, tarananas, yaritagua, acharigua, torondoyes, y
zararas. Otras
tribus, entre ellas los macaures y los caripes se aliaron con los españoles
para hacerle frente a Yaracuy.
El
conquistador Diego García de Paredes, junto con el capitán Juan de Vargas,
intentaron tomar tierra firme e instalarse en el bastión de El Tocuyo, pero
Yaracuy los venció en la batalla de Cuyucutúa, en 1552.
Luego
es capturado y condenado a muerte, pero consigue desarmar y poner fuera de
combate a varios soldados y al fin sucumbió bajo el fuego de los arcabuces.
Yare:
Yare,
cacique de cumanagotos, quiriquires, charagotos y araucos, gobernante de las
tierras que hoy comprenden los estados Miranda, Anzoátegui y parte de Monagas,
fue además Piache y sumo sacerdote y uno de los guerreros más fieros entre
todos los que se enfrentaron al conquistador español. Derrotó en Maturín al
capitán Zerpa, unido a Terepaima; en Barquisimeto, hicieron morder el polvo a
Juan Rodríguez Suárez.
Al
enterarse de la muerte de Tamanaco, Yare tembló de ira y juró vengarse del
capitán Mendoza, dueño de la fiera que dió muerte al cacique, lo persiguió
hasta que consiguió acorralarlo en Aragûita. Al tenerlo prisionero lo hizo
degollar, junto con su perro, y la cabeza de ambos las envió a los familiares
de Tamanaco. Yare siguió su guerra sin cuartel, venciendo y siendo vencido,
hasta que un día de 1575 los arcabuces españoles acabaron con la vida del
guerrero.
Yavire
- Paramaiboa – Pariaguán:
Yavire
fue uno de los grandes caciques caribes de la región guayanesa. Se le atribuye
la unificación de las tribus que moraban en la región del Caroní y extiende su
influencia hacia el norte, en lo que hoy son los estados Sucre, Monagas y
Anzoátegui. En las batallas causaba muerte y terror entre sus adversarios. En
una de sus más cruentas batallas contra el invasor, Yavire descuida su
retaguardia y muere bajo el fuego ibérico en la batalla que sostuvo contra
ellos en el sitio conocido hoy como Caicara de Maturín.
Poco
tiempo antes de morir peleó en Cumaná y allí recibió una fuerte herida en el
brazo derecho, que lo dejó semi inútil.
Varios
de sus guerreros obtuvieron el grado de cacique o de jefe. Lucharon bajo sus
órdenes los legendarios Paramaiboa y Pariaguán, que si bien se enfrentaron por
el mando a la muerte de su jefe, muy pronto unieron fuerzas nuevamente para
combatir al extranjero.
Paramaiboa,
fiel a las enseñanzas de su jefe, funda una coalición de pequeñas tribus hacia
el norte de lo que muy pronto sería la nación venezolana.
Su
adversario fue el gran capitán español Gonzalo de Ocampo, quien actuando con
extrema crueldad quiso dar un escarmiento definitivo a los caribes, para lo
cual apresó y ahorcó a varios renombrados caciques; y a otros los envió como
esclavos a Santo Domingo. Sin embargo, Paramaiboa en el norte de oriente y
Pariaguán en el sur, seguirían fíeles al juramento que le hicieran a Yavire.
Unen sus fuerzas y presentan batalla en Guanta (Anzoátegui), pero el militar
español les propina una fuerte derrota. Paramiaiboa ataca de nuevo a Ocampo,
obligándolo a retirarse hacia Nueva Andalucía (Cumaná). El cacique cobra
venganza y somete a juicio militar a veinte soldados y cinco oficiales
españoles, los condena a muerte y no los ejecuta gracias a la oportuna
intervención de Fray Bartolomé de Las Casas, sacerdote defensor de los indios.
El guerrero caribe escuchó los ruegos del padre de Las Casas, a pesar del odio
que sentía por Ocampo.
Paramaiboa
muy pronto se enfrentó al nuevo jefe español, Alonso de Vera y Aragón, al que
también derrotó. Cuando se marchó Vera, conocido en la historia con el apodo de
"Tupí", regresó de nuevo Ocampo, pero esta vez traía la diplomacia
como arma y un oficial de gran temple de apellido Monsalve. Sus primeras
medidas fueron las de apresar a los indios y luego liberarlos, no sin antes
entregarles regalos. Al enterarse, Paramaiboa dio la orden de regresar los
regalos y de advertir al invasor que debía abandonar sus predios. Ocampo colgó
a los emisarios y esto dio inicio a una nueva guerra. Acorraló entonces a
Paramaiboa y Pariaguán en el sitio denominado La Zapoara, hoy El Chaparro
(Anzoátegui), pero fue vencido por Pariaguán, aunque en la batalla muere
valerosamente el cacique Paramaiboa. Pariaguán era un cacique respetado y
admirado por sus hombres. La noche de la batalla de La Zapoara, Pariaguán
preparó su estrategia sigilosamente, con Paramaiboa, pero cuando comenzaron las
acciones, él personalmente dirigió la batalla al frente de sus hombres,
Paramaiboa, por su parte, lucha con fiereza y muere en la batalla. Pocos
españoles sobrevivieron. El capitán Monsalve, que dirigió a los españoles, no
pudo soportar la derrota y se suicidó.
Luego
de la batalla, Pariaguán dirigió las exequias de su amigo Paramaiboa y de
inmediato se dedicó a consolidar su triunfo, reunificando el antiguo dominio de
Yavire. Se preparó para la destrucción final del adversario. Por su parte, los
españoles reordenaron sus fuerzas y emprendieron una acción globalizante.
Ocampo
decidió entonces unir todas sus tropas y atrapó a Pariaguán en el sitio de Los
Cardones (Monagas). Su lugarteniente Castellanos atacó por un lado y Ocampo en
persona lo hizo por el otro. Pariaguán fue diezmado y sus tropas aniquiladas.
Con los pocos sobrevivientes se internó en las selvas de Guayana y no se supo
más de él.
Yoraco:
Yoraco
en la etimología indígena chama significa zorro o diablo. Este indio nació en
el valle de Tácata, siendo aún muy joven, visitó a sus parientes quiriquires
ubicados en la costa de lo que hoy se conoce como estado Sucre, en Cariaco.
Allí
vio las naves españolas llegando a las playas y descargando productos por
hombres de una piel pálida, con armas que nunca antes había imaginado, supo
entonces, que su tierra ya no era suya y sintió un deseo obsesivo de luchar
para reconquistar sus tierras y la dignidad de su pueblo.
Yoraco
comenzó a formarse para el liderazgo. Volvió a Tácata y allí fue protegido y
educado por los piaches.
Combatió
ferozmente al agresor español. Su objetivo era expulsar a los invasores. Creció
su fama de hombre valiente, amparado por el poder sobrenatural que le dieron
los piaches. Se supo que tenía un amuleto, especialmente ensalmado para él, que
lo protegía de todos los males y peligros.
Los
españoles enviaron al capitán Juan Rodríguez Suárez para vencerlo, partió con
200 hombres bien armados y un pelotón de caballería. Yoraco lo esperó en su
territorio, la batalla fue dura, sin reglas, sin descanso. Un día ganaba Yoraco
y el otro le tocaba la victoria a Rodríguez. Cuando llevaban varios días de
enfrentamiento, decidieron los dos líderes resolver la contienda ellos mismos.
La
pelea comenzó una mañana de 1561, la lucha fue agotadora hasta que decidieron
estrecharse las manos en señal de mutuo respeto y admiración, y luego cada
bando se retiró a su respectivo cuartel.
Yoraco,
enfrentó nuevamente a Rodríguez Suárez y en el combate murió atravesado por la
lanza de un soldado ibérico
Derechos
indígenas en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela:
Artículo
119.- El Estado reconocerá la existencia de los pueblos y comunidades
indígenas, su organización social, política y económica, sus culturas, usos y
costumbres, idiomas y religiones, así como su hábitat y derechos originarios
sobre las tierras que ancestral y tradicionalmente ocupan y que son necesarias
para desarrollar y garantizar sus formas de vida. Corresponderá al Ejecutivo
Nacional, con la participación de los pueblos indígenas, demarcar y garantizar
el derecho a la propiedad colectiva de sus tierras, las cuales serán
inalienables, imprescriptibles, inembargables e intransferibles de acuerdo con
lo establecido en esta Constitución y la ley.
Explicación:
Los indígenas fueron reconocidos por el Estado y este los va a ayudar a una
mejor cultura.
Artículo
120.- El aprovechamiento de los recursos naturales en los hábitat indígenas por
parte del Estado se hará sin lesionar la integridad cultural, social y
económica de los mismos e, igualmente, está sujeto a previa información y
consulta a las comunidades indígenas respectivas. Los beneficios de este
aprovechamiento por parte de los pueblos indígenas están sujetos a la
Constitución y a la ley.
Explicación:
Los territorios de los indígenas van a ser aprovechados por el Estado pero sin
ocasionar ningún daño al pueblo mas bien provocan un beneficio tanto para el
Estado como para el pueblo.
Artículo
121.- Los pueblos indígenas tienen derecho a mantener y desarrollar su
identidad étnica y cultural, cosmovisión, valores, espiritualidad y sus lugares
sagrados y de culto. El Estado fomentará la valoración y difusión de las
manifestaciones culturales de los pueblos indígenas, los cuales tienen derecho
a una educación propia y a un régimen educativo de carácter intercultural y
bilingüe, atendiendo a sus particularidades socioculturales, valores y
tradiciones.
Explicación:
Los indígenas tienen derecho a sus culturas pero también deben tener una buena
educación, que les debe proporcionar el Estado.
Artículo
122.- Los pueblos indígenas tienen derecho a una salud integral que considere
sus prácticas y culturas. El Estado reconocerá su medicina tradicional y las
terapias complementarias, con sujeción a principios bioéticos.
Explicación:
El Estado debe estar pendiente de la salud indígena.
Artículo
123. Los pueblos indígenas tienen derecho a mantener y promover sus propias
prácticas económicas basadas en la reciprocidad, la solidaridad y el
intercambio; sus actividades productivas tradicionales, su participación en la
economía nacional y a definir sus prioridades. Los pueblos indígenas tienen
derecho a servicios de formación profesional y a participar en la elaboración,
ejecución y gestión de programas específicos de capacitación, servicios de
asistencia técnica y financiera que fortalezcan sus actividades económicas en
el marco del desarrollo local sustentable. El Estado garantizará a los
trabajadores y trabajadoras pertenecientes a los pueblos indígenas el goce de
los derechos que confiere la legislación laboral.
Explicación:
Los indígenas tienen derechos económicos y financieros para su bien estar.
Artículo
124.- Se garantiza y protege la propiedad intelectual colectiva de los
conocimientos, tecnologías e innovaciones de los pueblos indígenas.
Explicación:
tienen protección.
Toda
actividad relacionada con los recursos genéticos y los conocimientos asociados
a los mismos perseguirán beneficios colectivos. Se prohíbe el registro de
patentes sobre estos recursos y conocimientos ancestrales.
Artículo
125.- Los pueblos indígenas tienen derecho a la participación política. El
Estado garantizará la representación indígena en la Asamblea Nacional y en los
cuerpos deliberantes de las entidades federales y locales con población
indígena, conforme a la ley.
Explicación:
Pueden representar al Estado.
Artículo
126.- Los pueblos indígenas, como culturas derraíces ancestrales, forman parte
de la Nación, del Estado y del pueblo venezolano como único, soberano e
indivisible. De conformidad con esta Constitución tienen el deber de
salvaguardar la integridad y la soberanía nacional.
El
término pueblo no podrá interpretarse en esta Constitución en el sentido que se
le da en el derecho internacional.
Explicación:
Los indígenas forman parte de la Nación pero no tienen nada que ver con la
Constitución.
Artículo
260.- Las autoridades legítimas de los pueblos indígenas podrán aplicar en su
hábitat instancias de justicia con base en sus tradiciones ancestrales y que
sólo afecten a sus integrantes, según sus propias normas y procedimientos,
siempre que no sean contrarios a esta Constitución, a la ley y al orden
público. La ley determinará la forma de coordinación de esta jurisdicción
especial con el sistema judicial nacional.
Explicación:
En parte tienen que cumplir con la Constitución ya que tampoco pueden hacer lo
que ellos quieran.
La
gestión ambiental en Venezuela está cada vez más demandada de la participación
de los actores de la sociedad civil, sean estas organizaciones no
gubernamentales ambientalistas, grupos organizados de las comunidades, pueblos
indígenas y otros.
La
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999 establece
claramente que el gobierno de la nación tiene un carácter participativo (Art.
6), lo que garantiza un espacio amplio de actuación a los grupos mencionados y
a los ciudadanos particulares. El derecho a la más amplia participación de las
personas se manifiesta, entre otras formas, en el derecho de acceder a la
información, datos, documentos de cualquier naturaleza que contengan
información cuyo conocimiento sea de interés para comunidades o grupos de
personas (Art. 28).
La
Constitución establece por primera vez en el país, los denominados Derechos
Ambientales (Capítulo IX), en el cual se establece como obligación del Estado,
con la activa participación de la sociedad, garantizar una alta calidad
ambiental para la población (Art. 127).
Igualmente,
el Estado desarrollará una política de ordenación del territorio con base en
las premisas del desarrollo sustentable, incluyendo la información, consulta y
participación ciudadana (Art. 128).
La
Constitución Bolivariana reconoce ampliamente los derechos de los pueblos y
comunidades indígenas (Art. 119), incluyendo los derechos originarios sobre las
tierras que tradicionalmente ocupan. El aprovechamiento de los recursos
naturales en los hábitat indígenas está sujeto a previa información y consulta
a las comunidades indígenas que corresponda (Art. 120).
El
preámbulo anterior, basado en las normas constitucionales, tiene como propósito
presentar el escenario más amplio de participación de las comunidades en la
gestión ambiental y de los recursos naturales en el país, con lo cual Venezuela
se equipara con los países más desarrollados a este respecto.
Es
importante señalar que los estudios de impacto ambiental (EIA) adquirieron por
primera vez rango constitucional, al establecerse que todas las actividades
susceptibles de generar daños a los ecosistemas deben ser previamente
acompañadas de EIA y estudios socio-culturales, normados mediante el Decreto
No. 1257 vigente, sobre actividades susceptibles de dañar el ambiente
confiriéndole la potestad al Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales
(MARN), llamar a consulta pública cuando lo considere pertinente, aun cuando
sus resultados no tengan carácter vinculante a los efectos substantivos del
estudio. Las reformas probables en la normativa ambiental, pudieran exigir el
carácter obligatorio a las consultas públicas de las evaluaciones ambientales
exigidas a los proyectos de desarrollo, de manera de darle conformidad a las
pautas constitucionales mencionadas anteriormente.
Los
Decretos Ambientales vinculados a la Ley Penal del Ambiente sobre calidad de
aire (No. 638), efluentes y vertidos líquidos (No. 883) , materiales y desechos
peligrosos (No. 2635), exige al MARN, a los fines de lograr la participación de
la comunidad que propicie la creación de Juntas Asesoras Regionales y Locales
para el seguimiento de la calidad ambiental.
Es
evidente la creciente tendencia mundial a la participación de las comunidades
en el devenir de sus propios asuntos, incluyendo aquellos relacionados con su
aspiración a una mejor calidad de vida.
En la práctica, esto significa que los
promotores de proyectos, especialmente de aquellos que potencialmente tienen
impactos adversos al ambiente, deben incluir desde las mismas ideas iniciales,
las variables de carácter socio-ambiental que permitan en primer lugar, cumplir
con la normativa legal, y en segundo lugar, anticipar reacciones,
comportamientos, formas de proceder , entre otros, que finalmente conduzcan a
darle viabilidad social a los proyectos, tal como la pautan las más sencillas
prácticas del desarrollo sustentable.
Que
importante es que nuestros pueblos indígenas mantengan sus costumbres y
tradiciones; forman parte de nuestra
historia y de un espíritu indomable que lucho por su libertad, los pueblos
originarios que dejaron un legado a sus descendientes y que hoy corre en las
venas de muchos venezolanos. “El dejar morir una cultura y sus tradiciones, es
dejar morir a un pueblo”.