Infórmate sobre El Ébola y las medidas que establece el Reglamento Sanitario Internacional, con el Objetivo de Prevenir la Propagación de Epidemias



El mundo vive la epidemia de ébola más mortal desde que existen registros, tanto en número de infectados como en expansión geográfica. Según el último recuento de la OMS hasta el pasado 3 de octubre, el número de infectados por el ébola en África occidental es de más de 8.000 personas, de las que más de 3.500 han fallecido.

En España se ha registrado el primer caso confirmado de contagio fuera de África. Se trata de una auxiliar de enfermería que atendió en el Hospital Carlos III de Madrid a los dos misioneros españoles repatriados desde Sierra Leona.

Estas son las claves para entender el virus del Ébola que se contagia por contacto directo con la sangre o los fluidos corporales de personas infectadas que presenten ya síntomas, con personas muertas infectadas o por la exposición a objetos contaminados por secreciones de estos pacientes.



¿Qué es el ébola?

El ébola es una enfermedad infecciosa viral aguda que produce fiebre hemorrágica en humanos y primates (monos, gorilas y chimpancé), causada por el virus del Ébola, que se describió por primera vez en el año 1976 por el Dr. David Finkes, cuando se presentaron varios casos de fiebre hemorrágica en Zaire y Sudán. El nombre del virus se debe al río Ébola, geográficamente ubicado en Zaire.

El virus del Ébola es uno de los dos miembros de una familia de virus de ARN (ácido ribonucleico) llamado Filoviridae. Existen cinco serotipos del virus del Ébola: Ébola-Zaire, Ébola-Sudán, Ébola-Costa de Marfil y Ébola-Bundibugyo. El quinto serotipo, el Ébola-Reston, ha causado enfermedad en los primates, pero no en humanos. Es una infección que se caracteriza por una alta tasa de mortalidad, que oscila entre el 50% y el 95% de los afectados. Debido a su naturaleza letal, este virus es considerado como un arma biológica.

La prevalencia del ébola es difícil de determinar, porque suele presentarse en forma de brotes o epidemia, sin embargo, en países como Estados Unidos la infección por este virus no es endémica, aunque existen registros de varias personas que trabajan en contacto directo con primates y que han adquirido la infección por el tipo Ébola-Reston; afortunadamente, este tipo de virus no ha demostrado efectos patogénicos en seres humanos. Otras personas en riesgo potencial son los trabajadores de laboratorio que trabajan con animales infectados o con cultivos del virus en tejidos.

Actualmente, se considera que las personas en riesgo de contraer fiebre hemorrágica por virus del Ébola son aquellas con antecedentes de viajes a África subsahariana, las personas que cuidan a los pacientes infectados, así como los trabajadores que se encuentran en contacto con primates infectados de origen africano.

El virus altera un tipo de células llamadas "endoteliales" que recubren la superficie interior de los vasos sanguíneos y la coagulación. Al dañar los vasos sanguíneos las plaquetas no son capaces de coagular, y los pacientes sucumben a un shock hemorrágico que deriva en una pérdida muy grave de sangre.






¿Cómo se contagia el ébola?

El virus del Ébola se contagia entre humanos por el contacto directo con la sangre u otros líquidos o secreciones corporales (saliva, semen, orina, heces...) de una persona infectada y que presente ya síntomas de la enfermedad o de personas muertas infectadas.

También puede producirse el contagio del ébola por exposición a objetos que hayan sido contaminados con secreciones infectadas como prendas de vestir o ropa de cama sucias o agujas usadas, según informa la OMS. El virus del Ébola no se transmite ni por el agua, ni por el aire, según el Ministerio de Sanidad.

También se puede contraer la enfermedad a través del contacto directo con sangre u otros fluidos corporales de animales salvajes como monos, antílopes selváticos y murciélagos, vivos o muertos y por el consumo de su carne mal cocinada.

Aunque los monos han sido una fuente de infección para las personas, se considera que los murciélagos de la fruta de la familia Pteropodidae son los huéspedes naturales del virus.
Sin embargo, este extremo no está confirmado, por lo que, al desconocerse el origen natural del virus, no se ha podido determinar aún cómo apareció el ébola por primera vez en un ser humano.




¿Cuáles son sus síntomas?

Los primeros síntomas de esta enfermedad son fiebre repentina y alta, debilidad intensa y dolor muscular, de cabeza y de garganta, seguidos de vómitos, diarreas, erupción cutánea, funciones  renal y  hepáticas  alteradas e intensas hemorragias internas y externas.
Tal y como explica la Organización Mundial de la Salud (OMS), los pacientes son contagiosos mientras el virus esté presente en la sangre y las secreciones.

No son contagiosos durante el periodo de incubación (intervalo desde la infección hasta la aparición de los síntomas). Este periodo oscila entre 2 y 21 días, aunque generalmente los síntomas aparecen entre los cinco y diez primeros días tras el contagio.




Control del virus del Ébola de Reston en animales domésticos

No hay ninguna vacuna para animales contra el RESTV. Se considera que la limpieza y desinfección regulares (con hipoclorito sódico u otros detergentes) de las granjas de cerdos y monos es eficaz para inactivar el virus. Si se sospecha que se ha producido un brote, los locales deben ponerse en cuarentena inmediatamente.

Para reducir el riesgo de transmisión al ser humano puede ser necesario sacrificar a los animales infectados, supervisando estrechamente la inhumación o incineración de los cadáveres. La restricción o prohibición del movimiento de animales de las granjas infectadas a otras zonas puede reducir la propagación de la enfermedad.

Como las infecciones humanas han estado precedidas de brotes por RESTV en cerdos y monos, el establecimiento de un sistema activo de vigilancia de la sanidad animal para detectar casos nuevos es esencial con el fin de alertar de forma temprana a las autoridades veterinarias y de salud pública.

Reducción del riesgo de infección humana por el virus del Ébola

A falta de un tratamiento eficaz y de una vacuna humana, la concienciación sobre los factores de riesgo de esta infección y sobre las medidas de protección que las personas pueden tomar es la única forma de reducir el número de infecciones y muertes humanas.

El protocolo internacional obliga a que, en materia de enfermedades infecciosas, se alerte a la población cuando sea necesario, se compartan los conocimientos técnicos, se articulen las respuestas necesarias para proteger a los ciudadanos y se comuniquen de manera oficial los datos que involucren a la enfermedad y a sus riesgos.





¿Qué es el RSI?

Desde el año 2007 está en vigor el Reglamento Sanitario Internacional, con el objetivo de prevenir la propagación de enfermedades, proteger contra esa propagación, controlarla y dar una respuesta de salud pública proporcionada. Al mismo tiempo, se aplica para evitar la incertidumbre como un elemento que entorpece el tráfico y el comercio internacionales. Es así como el RSI proporciona un marco de reacción de alerta y respuesta rápida ante epidemias para controlar los brotes internacionales y reforzar la seguridad internacional en materia de salud pública.



Conceptos operacionales a nivel internacional. Los procedimientos específicos para la vigilancia de eventos y riesgos de salud pública de la OMS, además de sus necesarias notificación e información, está claros en el orden internacional:

1. Solicitud por la OMS de verificación de eventos de salud pública.

2. Evaluación rápida de riesgos en colaboración con los países y prestación de asistencia.

3. Determinación de si un evento constituye una emergencia de salud pública de importancia internacional.

4. Coordinación de la respuesta internacional, en caso de que la situación lo amerite.

¿Cómo debe gestionar un país un brote epidémico?

Dice la GAR que “los datos epidemiológicos y la información operacional sobre los brotes epidémicos son aspectos dinámicos que cambian rápidamente”. Ante esa particularidad, la OMS ha desarrollado un “sistema de gestión de eventos” con la intención de manejar la información más importante y garantizar lo preciso y lo oportuno de las comunicaciones entre los voceros clave de la salud pública de cada país. Eso, además de los ministerios encargados de la salud en los países, incluye a las oficinas regionales de la OMS y los entes asociados a la Red Mundial de Alerta y Respuesta ante Brotes Epidémicos. Los componentes principales de ese sistema de gestión de eventos son:

1. Tener bases de datos integrales con información que permita entender la situación, los procesos de verificación y las investigaciones que se adelanten.

2. Darle seguimiento y registro a la evolución de los brotes, las decisiones críticas, las medidas más importantes adoptadas, desde la comunicación oficial.

3. Gestionar el apoyo logístico y material empleados en la respuesta.

4. Tener una base de datos integrada sobre las aptitudes técnicas, la experiencia y la disponibilidad de los expertos disponibles para los equipos de respuesta.

5. Reseñas sobre las instituciones técnicas de la Red Mundial de Alerta y Respuesta ante Brotes Epidémicos, centradas en la disponibilidad y capacidad para apoyar la respuesta internacional.

6. Mantener comunicación con la Red Mundial de Alerta y Respuesta ante Brotes Epidémicos para fomentar la disponibilidad operacional.

7. Emitir información normalizada para los Estados Miembros, los funcionarios de salud pública, los medios de información y el público.

¿Qué pasa con los brotes de a nivel internacional? 

El RSI también establece unos lineamientos para las actividades de alerta y respuesta que la OMS lleva a cabo con los países para que los gobiernos ayuden a controlar los brotes de enfermedades y otros riesgos para la salud pública, con otros conceptos operacionales como:

1. Llevar a cabo procedimientos específicos para la notificación, realización de consultas e información sobre eventos de salud pública.

2. Establecer canales de comunicación permanentes, las 24 horas del día y todos los días de la semana, entre los países y la OMS.

3. Permitir que la OMS tenga en cuenta información procedente de distintas fuentes, además de las oficiales, sobre notificaciones y las consultas.

4. Solicitar las verificaciones presentadas por la OMS a las autoridades sanitarias nacionales sobre cualquier información de eventos de salud pública en sus países.

5. Articular un Comité de Emergencias que entre en contacto con el Director General de la OMS sobre los eventos que constituyan una emergencia de salud pública de importancia internacional.

6. Cooperar con la OMS y las organizaciones intergubernamentales y otros órganos internacionales competentes.

¿Por qué se deben comunicar los datos oficiales?

 En cada uno de los pasos y procedimientos para atender una emergencia de salud pública, la OMS recomiendo emitir información precisa y oportuna que sirva al resto de los países, a los funcionarios de salud pública, a los medios de información y al público en general. Esto no es una recomendación gratuita, sino parte de los objetivos que justifican la existencia de un sistema de gestión de eventos. Sólo con información se puede tener una visión dinámica de las alertas para poder tomar acciones de una forma sistemática que permita, tanto a la OMS como a la Red Mundial de Alerta y Respuesta, “prepararse mejor, responder más rápidamente y gestionar los recursos de forma más eficaz”.


Si un gobierno atiende de manera ineficaz un brote o epidemia, si no emite información oficial o no entra en cooperación con los organismos capaces de atender una emergencia de salud pública, no sólo perjudica a los habitantes de la Nación que regenta. También afecta y altera una evaluación continua de alcance planetario que intenta ponerle coto a las enfermedades infecciosas. Es por eso que los 194 Estados Partes en el Reglamento Sanitario Internacional tienen la obligación de aplicar estas normas mundiales, siempre con la idea de reforzar la seguridad sanitaria nacional, regional y mundial.