Reconoce este tipo de conducta: primero hace, luego piensa.Contesta antes de
acabar de oír la pregunta. Se le dificulta aguardar el turno en los juegos. Es
mal perdedor y no soporta que le ganen. Constantemente interrumpe a los demás.
Es desobediente y negativo… Reconoce que está haciendo mal y lo vuelve a
hacer…Si usted ve reflejado a su hijo en esta descripción…Debe estar muy
pendiente.
Estas son algunas de las manifestaciones que
podríamos incluir dentro del concepto de “impulsividad”. Algunos padres,
simplemente definen al niño impulsivo, como un niño que tiene un fuerte
carácter o temperamento.
Hay
niños que presentan serias dificultades para reprimir sus impulsos y esto les genera
numerosos conflictos tanto en el ámbito familiar como en el escolar. Una
impulsividad no controlada a tiempo, es el camino más directo para conductas
violentas o delictivas en el futuro.
Es un hecho evidente que, además, la impulsividad
parece manifestarse en niños cada vez más pequeños, si bien, esto puede
atribuirse, en parte, a los actuales estilos de vida modernos (ambos padres con
largas horas de trabajo) y también, en algunos casos, a una falta de recursos o
conocimientos por parte de los padres o educadores que simplemente se ven
desbordados y no saben como afrontarlo. Por ello, es cada vez más frecuente,
buscar ayuda profesional.
Normalmente, la impulsividad viene acompañada de
hiperactividad y déficit de atención en lo que denominamos: TDAH y esto puede
ser la antesala de problemas de aprendizaje, conductas disruptivas y, más
adelante, agresivas o delictivas.
Sea como fuere, hay niños que presentan series
dificultades para reprimir sus impulsos y esto les conlleva numerosos
conflictos tanto en el ámbito familiar como en el escolar.
¿Qué podemos hacer?
En primer lugar, se debe reconocer que el niño necesita ayuda “No
es tanto que no quieran autocontrolarse sino que no pueden”.
En segundo lugar el niño
debe aprender, que aunque
aceptemos el hecho de que tiene dificultades para controlarse, sus actos tienen
consecuencias.Por ejemplo si ha lanzado objetos, deberá recogerlos y colocarlos
en su lugar; si ha insultado deberá pedir disculpas, etc. Deberemos, pero,
esperar a que se tranquilice para aplicar las contingencias marcadas.
En tercer lugar es muy importante que cuando se produzca un
episodio de impulsividad extrema (rabieta, insultos, etc.) los padres, maestros
o educadores mantengan la calma. Nunca es aconsejable intentar gritar más que él o intentar razonarle nada en
esos momentos. De esta forma, el niño, recibe a nivel inconsciente un mensaje
muy claro: Así no vas a conseguir las cosas.
Y como Cuarto Punto: Recuerde que la impulsividad, actualmente, se
detecta y diagnostica como parte nuclear del T.D.A.H. (Trastorno Déficit de
Atención con Hiperactividad). Así que no dude en recurrir a un especialista
para su diagnóstico oportuno y que le brinde el apoyo para el bienestar de su
hijo o hija. Cualquier práctica deportiva también es especialmente útil y ayudará
a regular su comportamiento.