Cada
cosa que le enseñas a tu hijo va a quedar grabada en forma de conexión que, posiblemente,
lo acompañará a lo largo de toda su vida.
El
refuerzo es algo natural que ocurre en la vida. Pero lo que conocemos como
recompensa o premiar, no debe ser el motor del niño, sino la consecuencia
agradable que ayude a que las conductas positivas se repitan y se motiven
espontáneamente.
Recompensas eficaces:
Pasar
tiempo jugando a lo que el niño quiera.
Darle una responsabilidad o un
privilegio.
Decirle que lo ha hecho bien (Felicitarlo o Darle las gracias).
Recompensas poco eficaces:
Juguetes
y otros premios materiales.
Comida.
Indicarle que lo ha hecho bien, pero
puede hacerlo mejor.
Felicitarlo
delante de los demás hasta hacerle pasar vergüenza.
Aquí un vídeo que motiva a educar sin premios o castigos:
Refuerza a tu hijo
con reconocimiento, tiempo y cariño, y deja a un lado las recompensas
materiales y la comida. Evita ofrecer a tu hijo recompensas o premios a cambio
de su comportamiento, y, por el contrario, ayúdalo a sentirse satisfecho cuando
hace lo que le pediste o se porta adecuadamente.