La Dispraxia o conocida como el síndrome del niño torpe.



    


   El niño con dispraxia tiene conciencia de lo que quiere, desea hacer o lo que los demás esperan de él, pero sus respuestas motoras no se conectan con las exigencias que su mundo cambiante requiere, esto genera problemas de autoestima y frustración, lo que genera una inmensa ansiedad por el “quiero hacer y no puedo”.

    Características de los niños con dispraxia:

    Los niños con dispraxia suelen tener problemas para mantener el equilibrio y la postura, a veces son  torpes o “fuera de sintonía” en relación a su medio ambiente.

   Sus capacidades para planificar, memorizar y realizar una nueva acción, así como las acciones motrices, disminuyen.

   Pueden presentar trastornos  emocionales al no sentirse relacionado con su entorno.

  Poseen bajo  nivel de atención, memoria y procesamiento de estímulos visuales y auditivos.

   Tienen poco o ningún manejo de su orientación espacial: que es lo que nos permite ubicar todo lo que hay a nuestro alrededor y nos permite ir de un lado al otro sin problema.




¿Qué consideración deben tener la familia, amigos y maestros con los niños que tienen dispraxia?

   Por tal motivo, muchos deben evitar juzgar a los niños que presentan  estas  dificultades. No siempre llevan a un diagnóstico de trastorno del aprendizaje, autismo, de lenguaje u otro, ya que en ocasiones las manifestaciones o conductas que vemos pueden vincularse a dificultades en el procesamiento.